Comienza 1999 en el tranquilo pueblecito británico de Knapely. El
Instituto de la Mujer celebra su reunión semanal con una invitada experta
en lencería femenina.
También habrá una charla sobre la felicidad que proporcionan las
alfombras y un seminario sobre el brócoli. Pero Annie (Julie Walters) ha
perdido a su esposo víctima de leucemia y su mejor amiga, Tricia (Helen
Mirren) propone hacer algo que la alivie de la depresión: un calendario
para recaudar fondos a beneficio del hospital local de oncología, con
señoras cincuentonas del comité posando desnudas mientras hacen sus
labores hogareñas.
La idea prospera y convierte una historia local en un acontecimiento
internacional pero, ¿se les subirá la fama a la cabeza? ¿Permanecerá el
grupo unido? ¿Logrará sobrevivir la amistad de Tricia y Annie?
Un Full Monty dulcificado
Full Monty puso de moda el striptease a la inglesa, un subgénero
frívolo pero con un innegable poder de convocatoria en las salas. Si en la
cinta de Peter Cattaneo funcionó la idea de desnudar a cinco parados,
porque enganchaba ¿y emocionaba¿ la tragedia escondida en sus vidas
privadas, el reclamo de Nigel Cole se queda corto al convertir en ficción
la aventura nudista de estas augustas señoras británicas, aun disfrazando
el asunto con un poco de drama lacrimógeno.
Calendar girls empieza bien y consigue llamar nuestra atención en su
primera mitad con su encantador sabor pueblerino, pero en cuanto el
calendario ya es un hecho y la trama sale de Yorkshire Dales rumbo a
Hollywood, el filme pierde su atractivo rural y la fuerza reivindicativa
de las heroínas se trueca en una anodina y estéril carrera hacia la fama.
Sólo gracias a las actrices (y en especial a Helen Mirren) uno no queda
defraudado del todo.
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