El
consumidor esta desprotegido ante la presión de la industria
audiovisual para defender sus derechos y la politica ambigua
que muestran algunas administraciones
Angel Cortés-
La defensa de la propiedad intelectual y la lucha contra la
piratería pueden cambiar muchos de los hábitos y costumbres
propias de nuestra civilización occidental. Sin caer en la
demagogia de algunos grupos que "proclaman" la libertad total
en la copia de creaciones artísticas ni en la sumisión a los
grandes grupos multimedia defendiendo la represión total,
existe ya una corriente de opinión que reclama el derecho del
consumidor a seguir contando con las ventajas de las que hasta
ahora disponía.
Joe Kraus, fundador de Excite.com, junto con otros amigos han
puesto en marcha una nueva organización,DigitalConsumer.org,
que pretende velar por el derecho de los consumidores en la
era digital.
"Los consumidores están de hecho perdiendo sus derechos
rápidamente y sin ninguna queja por su parte", dice Kraus.
"Todos nosotros estamos habituados a grabar cintas o prestar
libros a los amigos. Todas estas que estamos acostumbradas a
realizar pueden quedar fuera de la ley si se aprueban las
nuevas normativas que la industria esta planteando", añade.
La obsesión de la industria por frenar la piratería y la
circulación de sus obras esta llevando a las administraciones
publicas de todos los países a aprobar leyes que van mucho más
allá de la defensa del autor.
Quien no se plantea un futuro en que las catedrales del
conocimiento, como las bibliotecas o museos, puedan llegar a
ser "ilegales" por facilitar el intercambio de obras,
infringiendo la propiedad intelectual.
¿Utopía?
Los últimos avances en el desarrollo de software para la
difusión electrónica de creaciones artísticas, impide que un
libro o una canción comprada y adquirida por un usuario pueda
ser cargado en otro ordenador en el que ha sido instalado,
como si se tratará de una licencia de software informático.
No solo eso, puede impedir que ese usuario, que recordemos ha
pagado por ese producto, pueda imprimir ese libro o realizar
copias de él, incluso como copia de seguridad. En caso de
encontrarse en mal estado la copia descargada, el fabricante
suministrara otra vez el fichero con lo que desaparece así la
necesidad de hacer copias de seguridad.
Por supuesto queda totalmente descartado el préstamo del
"producto" a otros amigos y compañeros, ya que será del todo
imposible que este, aunque tenga el fichero en su poder, pueda
ejecutarlo y visualizarlo.
Con el avance de esta nueva "era" las bibliotecas se
convertirían en grandes salas con decenas de monitores, donde
podrían consultarse las obras, pero de las que seria imposible
llevarse "títulos" si el editor no lo consintiera en su
licencia.
Sin embargo no hace falta ir tan lejos, los nuevos CDs con
protección anticopia, el parcelamiento del mercado en la
industria audiovisual en zonas regionales, no están
beneficiando en absoluto al consumidor, sino todo lo
contrario, y con el beneplácito de las administraciones, se
permite que gracias a esos avances tecnológicos, las empresas
desarrollen políticas dispares de comercialización y de
precios. Como esta sucediendo ahora, por ejemplo, con las
consolas de videojuegos, 100 dólares más caras en el viejo
continente que en los EE.UU.
Estas nuevas organizaciones y la corriente de opinión que
representan no son en nada partidarios de la piratería, pero
si exigen que la administración cumpla con su papel de árbitro
en esta nueva era en la que nos adentramos y proteja al
consumidor de los abusos que puedan cometer las grandes y
pequeñas compañías que dominan el sector.
sábado mayo 24, 2014 |