Miguel Ángel Herrero Herrezuelo, responsable
de Verificación
Técnica de Quiero Televisión S. A., ha remitido la siguiente
Carta Abierta a nuestra redacción que publicamos
íntegramente
Actuando
con diligencia y sigilo (algo que otros hubieran calificado de
premeditación y alevosía) los accionistas intentan hacer
desaparecer QUIERO TV con la misma discreción de quien mete la
mugre bajo la alfombra, más aún, del que la tira por la
ventana sin preocuparse de sobre quién caiga. Los abajo
firmantes creemos en la responsabilidad de aquellos que han
puesto en marcha un proyecto para, inmediatamente, querer
apearse de él recogiendo antes pingües beneficios. Cuando esto
no les ha sido posible, intentan deshacerse del lastre.
El lastre en este caso son los
casi doscientos empleados de plantilla (para los que se ha
dictado sentencia: una regulación de empleo) y varios cientos
más de contratados a través de empresas de servicios. ¿Es tan
despreciable el coste social de doscientos puestos de trabajo?
¿No se tiene en cuenta el impacto en el sector? ¿Qué pasa con
el esfuerzo que se ha exigido a las cadenas generalistas para
poner en marcha las emisiones digitales que a día de hoy sólo
pueden sintonizar los abonados a QUIERO?
¿Qué pasa con los proyectos de
televisión digital VEO TV y NET TV a los que se obliga a
comenzar la emisión el próximo 18 de junio so pena de perder
la concesión y que no podrán ser vistos si desaparecen los
descodificadores de QUIERO?
Y finalmente ¿no hay
responsabilidad política en todo este despropósito? En la
liquidación de QUIERO, como si de un juego de manos se
tratase, se nos están escamoteando de la manera más
vergonzante a las víctimas y ya no nos deja perplejos el que
uno de sus máximos responsables haya sido postulado como
posible nuevo director general del Ente RTVE.
Parece como si viviéramos bajo
una extraña moral: la de que si alguien tiene los contactos,
las amistades y los vínculos familiares necesarios en el mundo
empresarial, financiero y político siempre caminará por la vía
ascendente, por la escala casi ilimitada de subida hacia
responsabilidades cada vez mayores que le garanticen riqueza,
influencia y posición. Un día puedes dirigir unas industrias
cárnicas, otro una cadena de supermercados, al siguiente una
empresa de transportes y terminar de director de una cadena de
televisión pública.
Al fin todo es lo mismo e
idéntico: presentar balances positivos a los accionistas,
contar anécdotas divertidas en los consejos, mantener una
impecable presencia incluso después de un agotador partido de
pádel y sentir que el mundo es demasiado pequeño para contener
tanto talento como el que a uno le ha dotado el Creador.
Adiós, QUIERO, adiós.
MIGUEL ANGEL HERRERO HERREZUELO
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sábado mayo 24, 2014 |