El gigante de las telecomunicaciones
WorldCom se declaró en quiebra a última hora del domingo
siguiendo las condiciones de los prestamistas que lo mantenían
a flote, y pidió la protección de un tribunal federal en Nueva
York.
La semana pasada, WorldCom no pudo pagar 74 millones de
dólares en intereses vencidos, y consiguió una línea de
crédito de hasta 2.000 millones de dólares de un consorcio de
prestamistas, entre los que figuran J.P. Morgan Chase,
Citigroup y General Electric.
Estos pusieron como condición para dar su
dinero que la empresa se declarara en bancarrota y pidiera la
protección legal bajo la cual la firma se reorganizará y les
pagará primero a ellos.
El escándalo financiero de WorldCom es
sólo el más visible de la serie de recientes denuncias de
maniobras contables cometidas por empresas estadounidenses,
hechos que han erosionado la confianza de los inversores y
hundido los índices de las bolsas durante semanas.
Los efectos de esas denuncias se han hecho
sentir en todo tipo de empresas, y las acciones de Coca-Cola
bajaron la semana pasada de 55 a 45 dólares; las de Microsoft,
de 52 a 49,50; las de General Motors, de 47 a 43 dólares, y
las de Pfizer, de 52 a 45 dólares.
El mes pasado, WorldCom admitió que con
sus diferentes maniobras contables exageró beneficios y
disimuló pérdidas por unos 3.900 millones de dólares, en un
intento de mantenerse atractiva para los inversionistas. Sus
acciones valían hace dos años 64 dólares y el viernes se
cotizaron al cierre en nueve centavos de dólar.
El Departamento de Justicia y dos comités
del Congreso iniciaron investigaciones sobre las
irregularidades contables de la empresa.
Por su parte, la Comisión de Mercados de
Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés) presentó
cargos ante la justicia contra la compañía por fraude.
La firma, con activos de 107.000 millones
de dólares y 63.000 empleados, no tenía dinero suficiente para
el pago de sus deudas, y los intereses sobre bonos y créditos
por valor de más de 30.000 millones de dólares.
Como garantía del crédito que obtuvo del
consorcio bancario la semana pasada, WorldCom puso los
ingresos pendientes, es decir, fundamentalmente los pagos de
los clientes por los servicios telefónicos.
El año pasado, la operadora contabilizó
20.000 millones de dólares en entradas por este concepto.
El principal directivo de WorldCom, John
Sidgmore, dijo que la firma continuará operando aún cuando
haya ido a la bancarrota, y que esto no afectará a los 20
millones de clientes que usan sus servicios.
Además del negocio de larga distancia,
WorldCom controla redes por las cuales transcurre casi la
mitad del tráfico de Internet en Estados Unidos.
El director de la Comisión Federal de
Comunicaciones, Michael Powell, se reunió con Sidgmore en
busca de garantías de que los clientes, entre los cuales
figura el mismo Gobierno estadounidense, no sufrirán
interrupciones en los servicios.
Bajo las reglas de la Comisión Federal de
Comunicaciones, las empresas de telecomunicaciones deben
avisar, por lo menos con 31 días de anticipación, el corte de
sus operaciones.
La Comisión puede ser parte en los
trámites de bancarrota, representada por el Departamento de
Justicia.
El escándalo de WorldCom estalló pocos
meses después del que envolvió al gigante energético Enron,
que también dejó sin sus inversiones a trabajadores y
ahorradores e inició una serie de revelaciones sobre los
fraudes cometidos por ejecutivos de grandes empresas
estadounidenses. Agencias
sábado mayo 24, 2014