Agresividad, mal humor, aislamiento, abandono de los estudios y del entorno
social. Estos son algunos de los síntomas que han detectado ya expertos en este
tipo de afecciones en algunos usuarios de telefonía móvil. Son los adictos al
móvil, una dependencia que incluso lleva a algunos de los pacientes a robar para
poderse costear las llamadas.
En el centro de tratamiento de adicciones sociales Cetras situado en
Vallodolid se han convertido ya unos expertos en este terreno debido a que
mantienen en tratamiento ya a seis pacientes, aunque están convencidos de que
este fenómeno es mucho más profundo. "Se estima", dice el psiquiatra Blas
Bombin, "que una de cada mil personas puede hacerse adicto al móvil o estar
muy próximo en serlo".
Según este experto la adicción puede desarrollarse en muy pocos meses dado que
el placer es inmediato y los cambios bioquímicos en el cerebro son base de los
psicológicos.
Los jóvenes los más propensos
A diferencia de otras adicciones, como el alcoholismo o la ludopatía, la edad de
inicio es muy baja, desde los doce años, debido entre otras causas al fácil
acceso que los menores tienen a este sistema de comunicación y también al no
existir efecto rechazo, sino todo lo contrario, por parte de la sociedad a su
uso.
"En este caso no se trata de una sustancia sino que el
vínculo es conductual". Es una conducta irreprimible,
incontrolable y exagerada que desplaza a otras actividades y en la adicción al
móvil subyace lo que en cualquier otra dependencia de este tipo: Un carácter
inmaduro, inseguridad en uno mismo, inestabilidad y dificultades de
comunicación. El objeto, el celular en este caso, es un sustituto de las
parcelas de la personalidad que están en déficit. Recurren al hurto, a la
mentira porque la adicción anula las facultades de gobierno de la persona.
"El principio del placer gana al de la realidad",
destaca.
Sin grandes diferencias entre los dos sexos, son más habituales en familias
desestructuradas lo que lleva a una privación de afecto, también está ligada al
fracaso escolar o amoroso. En definitiva, subyacen sentimientos negativos hacia
uno mismo, frustración, desagrado sobre la propia forma de ser; lo que lleva al
adicto a tener dificultades para relacionarse y se oculta en el móvil, el
'chatear' proporciona anonimato, suple inhibiciones.
Así, explica Bombín, desconectan progresivamente del mundo real.
"El adicto a la comunicación llega a la incomunicación",
perfila este experto quien destaca que, desde un punto de vista clínico, esta
situación crea un carácter especial aderezado de ansiedad por llamar o recibir
mensajes. La dependencia del móvil "es brutal"
y carecer de cobertura o sufrir un apagón, crea un auténtico caos entre los
adictos.
Como no saben vivir sin el celular, compran varios, tienen los últimos
modelos y novedades y contratos con las tres compañías. Comienza el absentismo
escolar, el aislamiento de los amigos, la falta de rendimiento en el trabajo y
el robo para costearlo.
El Psiquiatra insiste que en nada ayudan las campañas que realizan las
operadoras móviles. "Es terrible porque no se concibe una vida sin móvil",
explica, sin dejar de reconocer las enormes ventajas que aporta a la sociedad y
a los individuos, "es muy útil".
El tratamiento que imparte el centro a los adictos al móvil es mixto. Por una
parte existe un apoyo farmacológico para controlar la ansiedad o la depresión y
también se trabaja con terapias de grupo e individuales para reforzar la
autoestima combinadas o no con medicación. |