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Por
Daniel Capella.- ¿Construir una
Ciudad Digital consiste simplemente en conseguir un amplio porcentaje de
ciudadanos conectados a Internet por banda ancha? No, es algo mucho más complejo
e interesante. Ésta es la principal conclusión del encuentro “Digital Cities”
que ha reunido esta semana en Barcelona a un centenar de expertos de todo el
mundo, con representación de lo que se cuece en Liverpool, París, Madrid, Sâo
Paulo, Estocolmo, Buenos Aires, Seattle y Chicago. Una vez más la capital
catalana, gracias al buen trabajo de la Fundación BCN Digital, asume el
liderazgo de un movimiento, en este caso el de las Ciudades Digitales,
anunciando una gran Conferencia Internacional sobre el tema, más representativa
y amplia, en Diciembre de 2004.
¿Y si no hiciésemos nada?
Cuatro paneles con
participación de destacados expertos exploraron durante 48 horas algunas de las
experiencias más interesantes en el desarrollo de unas ciudades
auténticamente digitales. La profesora holandesa Saskia Sassen, de la
Universidad de Chcago resumió sus investigaciones, publicadas en diversos
libros, como “La Ciudad Global” (publicados en castellano por Ediciones Tibidabo),
que advierten del diferente uso de Internet por diversos colectivos. Así,
mientras la mayoría de los jóvenes de países islámicos utilizan la Red de manera
similar a la de sus colegas occidentales (música, chat, videos, etc....) los
jóvenes estudiantes del Islam lo emplean de manera muy diferente, para
profundizar sus estudios coránicos. Luis Fernández López, profesor de Sâo Paulo
explicó la contradicción de que Brasil disponga de unas potentes redes de alta
velocidad infrautilizadas, por la que apenas circulan contenidos. El profesor
británico Michel Parkinson alabó el liderazgo barcelonés pero advirtió que falta
una verdadera estrategia de fondo “y eso no pertenece a nadie en exclusiva,
han de colaborar los sectores público y privado”.
Otro relator, Alfons
Cornella, de Club Infonomia advirtió que el precio de no progresar en
la digitalización de las ciudades sería que aumentase la brecha entre la ciudad
y los ciudadanos. “Si no hacemos nada, otros lo harán y sufriremos una
desventaja competitiva, tenemos que anticiparnos y no hacer puro seguidsmo”,
concluyó Cornella. Rucardo Ruiz de Querol, de Telefónica, admitió la complejidad
de concienciar a políticos, administraciones y empresas de la importancia de la
Ciudad Digital: “ya no es hacer bailar a un coro de elefantes, sino que a la
vez bailen acompasados elefantes, colibrís, leones e incluso ranas”.
¿Cómo ha de ser una ciudad
digital?
Los ponentes de Barcelona
pusieron condiciones a las cualidades de una Ciudad Digital. Debe promover
nuevas actividades económicas, vinculadas a las TIC, pero con un modelo
sostenible, no “depredador”. Todo ello implica un nuevo tipo de urbanismo, que
sea capaz de hacer compatibles la calidad de vida con la sostenibilidad. O cómo
dijo el ex ministro español de Industria Joan Majó “que permita crear
una ciudad compleja y compacta, que facilite mezclas de usos y priorice la
calidad de vida”. Majó puso como ejemplo el ambicioso Plan @22 BCN que está
convirtiendo 198 hectáreas de la capital catalana en una “mini-ciudad digital”.
Ya han creado 1’1 millones de metros cuadrados de techo productivo, y esperan
incrementarlos con otros 300.000 cada año en la próxima década. “Veo a muchos
ejecutivos, empresarios y profesionales que viven en Bruselas y siempre me dicen
que les gustaría trasladarse a Barcelona, pero no encuentran suficientes
ofertas”, explicó Majó, “el Plan @22 BCN intenta crear las condiciones para
crear un gran contenedor que pueda acoger gente y proyectos con un elevado nivel
de conocimiento”. Entre sus proyectos innovadores un control centralizado de
todos los aparcamientos públicos y privados de la zona (incluidas las “zonas
azules” de la calle), que permita la rotación de plazas y facilite al usuario
encontrar siempre la plaza de aparcamiento más cercana.
Artur Serra, impulsor
del proyecto I2Cat, propuso que cada ciudad se especialice en un área,
de manera que Chicago lidere la investigación de las redes ópticas; Estocolmo,
la tecnología “wíreless”; Sâo Paolo, la biomedicina y Buenos Aires, la
educación. Por su parte, Barcelona podría capitalizar los avances en “grid
computing”, en tecnologías y contenidos audiovisuales y en redes de comunicación
entre los ciudadanos (“citizens2citizens”).
¿Quién pagará?
Una nueva firma de inversiones
inmobiliarias, Meridiam Investments, propiedad de dos británicos,
patrocinó el encuentro. Y dio muestras de convencimiento con los hechos. No sólo
va a hacer de BCN su sede central sino que además anunció estar buscando
oportunidades para invertir más de mil millones de euros en España. Objetivo
central: convertir a la capital catalana, ¿o mejor decir a la capital del Arco
Mediterráneo?, en una gran capital de negocios europea. Para ello Meridian tiene
sus ojos especialmente puestos en los inversores norteamericanos y japoneses con
ganas de crear nuevos negocios. Eso sí en una Europa que ya no sea el “Viejo
Continente” sino un nuevo y avanzado “Sillicon Valley”. Como diría Nicholas
Negroponte: “La verdad, todo esto pinta más que bien”.
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