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A modo de introducción
La celebración del II Congreso Vaticano supuso un antes y
un después para la iglesia católica. Se recordará que hasta esos días, el
catolicismo observaba la misa tridentina, en latín, con el sacerdote encarando
al altar (de espaldas a la gente) y con las mujeres usando velos.
Pero el cambio más dramático del CVS fue el ecumenismo, la
declaración de que todos los cristianos, no sólo los católicos romanos, eran
miembros del cuerpo de Cristo. Como corolario digno de mención, la sesión final
del CVS, en 1965, incluyó la declaración conocida como Nostra Aetate, en la que
se formalizaba la reconciliación entre cristianos y judíos, y se condenaba la
idea de que éstos eran “malditos de Dios”, una noción borrosa, vengativa, que
había nacido en los primeros siglos del cristianismo, que hizo rápida carrera ya
a principios de la Edad Media —cuando se obligó a los judíos a lucir la famosa
estrella amarilla cosida en el pecho, para su identificación— y que alcanzó
cotas de desatada ferocidad en el muy moderno siglo XX.
La gran mayoría de los fieles católicos aceptaron
aceptaron de buen grado los cambios del CVS, pero hubo otros que no. Estos
arguyeron que la inmutabilidad de la Iglesia a través de los siglos era su mayor
fortaleza. La iglesia afronto uno de los mayores cismas cuando un número no
importante, pero si significativo rompió con el Vaticano y siguieron practicando
la religión como si el Concilio no se hubiese celebrado. Era el inicio de los
sedevacantistas (que algunos confunden con los veterocatolicos), uno de cuyos
prohombres más destacado era un tal Hutton Gibson, el padre del director de La
Pasión.
A veces la vida hace extraños milagros y uno de ellos es
la reconciliación que parece haberse producido entre este actor y la iglesia
oficial para el reconocimiento de su película. Un reconocimiento y apoyo que le
valdrá unos ingresos multimillonarios, que seguramente no se hubiesen conseguido
sin este apoyo.
Reproducimos a continuación un articulo de The Observer
que explica la vuelta de Gibson hacia estas creencias que siempre han estado
presentes en el seno de su familia.
Mel Gibson gastó 3 millones de dólares en subsidiar una
secta religiosa
Por Christopher Reed y Vanessa Thorpe. .
Mel Gibson, el actor ganador del Oscar y conocido por películas de acción como
“Corazón valiente” y “Arma mortal”, es acusado de utilizar su posición en
Hollywood para promover una rama extrema del catolicismo romano. El actor
intentó que no se publicara un artículo en The New York Times, que revela su
creciente determinación de proyectar sus opiniones estrictas en la pantalla
gigante.
El artículo también expone las creencias fanáticas de su padre, Hutton, de 84
años, quien niega que el Holocausto haya tenido lugar y sostiene que Al Qaeda no
participó en las atrocidades del 11 de septiembre. Gibson padre piensa que los
aviones secuestrados fueron estrellados contra el World Trade Center y el
Pentágono a control remoto. El padre, que actualmente reside en Texas, es un
crítico acérrimo del Vaticano de toda la vida y critica las reformas de la
iglesia por considerarlas “un plan masónico respaldado por los judíos”.
El New York Times dice que Gibson hijo gastó casi 3 millones de dólares en
establecer y financiar una comunidad para una secta católica disidente en un
predio en Malibú, California, Estados Unidos. La estrella, su esposa Robyn y sus
siete hijos van con asiduidad a la iglesia de la Sagrada Familia en el centro
del predio de Malibú -conocido localmente como St. Mel’s-, aunque su ubicación
exacta es todo un secreto.
La misa en St. Mel’s se recita en latín y, como en otras comunidades
tradicionalistas, las mujeres se cubren la cabeza y los brazos. Allí se
defienden las actitudes católicas frente al control de la natalidad y se
denuncia con frecuencia al Papa y al Vaticano desde el púlpito por considerarlos
influencias peligrosas. Desde hace mucho se sabe que Gibson es un
tradicionalista abierto que cree que la iglesia moderna corrompió la fe, pero
hasta hace poco había mantenido sus creencias religiosas alejadas de su carrera
cinematográfica.
Gibson, un australiano que conquistó el Oscar en 1995 por dirigir “Corazón
valiente” y se ganó su reputación como actor en la saga “Mad Max”, recientemente
apareció en películas con un fuerte contenido espiritual. Actuó como un devoto
oficial del ejército en “Cuando éramos soldados” y protagonizó a un ex cura que
redescubre su fe en “Señales”.Ahora, en su proyecto más polémico hasta el
momento, está dirigiendo y financiando “Passion”, una versión sangrienta de las
últimas horas de Jesucristo, relatada en latín y arameo.
El artículo del New York Times dice que estas elecciones reflejan las creencias
cada vez más ultratradicionalistas de Gibson, “arraigadas en los dictados de un
Consejo Papal del siglo XVI y alimentadas por un grupo desperdigado de católicos
conspirativos, místicos, monarquistas y conservadores resentidos”.
La estrella “parece cada vez más inclinada a expresar una teología que sólo
estaba insinuada en sus trabajos anteriores”. El obispo Daniel Dolan, fundador
de más de 30 iglesias de misa en latín, elogió su mayor participación. “Poner el
peso de su fama de Hollywood detrás de la verdad de que toda la estructura de la
iglesia moderna está podrida es una idea excelente”, le dijo al New York Times.
El autor del artículo fue acusado por Gibson a comienzos de este año de acosarlo
a él y a su padre en Roma, donde Gibson estaba filmando “Passion”. El actor
llegó a sugerir que el periodista se había concentrado en él como parte de una
conspiración.
© The Observer
Traducción de Claudia Martínez |