Por Javier Cuchí
I. Antecedentes
El embrollo tiene dos charnelas alrededor de las cuales pivota todo el
desarrollo del problema, en un caso por acción y en el otro por omisión.
La primera charnela es la que se dio en llamar “Administració Oberta de
Catalunya” (AOC) articulada en una empresa participada al 60 por 100 por la
Generalitat y al 40 por 100 restante por el Consorcio municipal Localret,
llamada CAT365. La presentación del proyecto y de la empresa ejecutante
tuvo lugar durante un espectáculo a la americana montado “ad hoc” para
lucimiento de la cúpula convergente -entonces en el poder- al filo del verano
del 2002.
El proyecto, cuya vida nunca ha ido más allá de lo mortecino y con
trascendencia cero para el común de los ciudadanos (quizá ocasionalmente útil
para profesionales de la gestión administrativa o, no menos ocasionalmente, para
algún colectivo concreto) supuso la intervención de un entramado inextricable de
empresas proveedoras de bienes y servicios, entre las cuales destacan
Accenture (la consultora que fue Andersen Consulting, del grupo Arthur
Andersen, involucrado en un fraude monumental en Estados Unidos); T-Systems,
del grupo financiero de Deustche Telecom, al presente gestor hegemónico de los
sistemas informáticos de la Generalitat de Catalunya por haber adquirido los
derechos de Debis, a su vez adjudicataria del Centre Informàtic de la
Generalitat; y la inevitable Microsoft, no faltaba más. Con todos estos -y
muchos más de alguna menor cuantía- CAT365 montó un portal que, sin entrar en
otras características negativas, tenía la virtud de resultar impracticable para
navegadores y/o sistemas operativos ajenos a los fabricados por Microsoft,
obligando con ello a los ciudadanos a ser necesariamente clientes de una única y
concreta empresa privada para sus relaciones telemáticas con su propia
Administración pública.
Esta situación fue denunciada en septiembre de ese mismo año por
Softcatalà, por Hispalinux y por la Asociación de Internautas,
siendo inútiles las escasas conversaciones que se celebraron con ejecutivos de
CAT365 y yendo directamente a la papelera todas las quejas al respecto.
La segunda charnela fue la presentación en el Parlament de Catalunya, por parte
de Esquerra Republicana de Catalunya, de una proposición de ley sobre
implantación del software libre en las administraciones públicas catalanas, en
cuya redacción final prestaron su colaboración, entre otros, representantes de
los grupos cívicos citados en el párrafo anterior. Puesta a votación en el
Pleno, la citada proposición fue rechazada, como era de esperar, por la mayoría
de votos de Convergència i Unió y del Partido Popular, frente a los cuales no
fueron suficientes los de la propia ERC, como es natural, apoyada por PSC-PSOE i
por Iniciativa de Catalunya-Verds, siendo estos tres últimos, precisamente, los
que antes de dos años iban a hacerse con el gobierno de la Generalitat.
Precisamente esta circunstancia, que por aquél entonces no se percibía en
absoluto como segura pero sí como un escenario posible, hizo que de la
experiencia quedara buen sabor de boca pese a su nulo resultado. «Vienen
–pensábamos- tiempos nuevos y ahora sabemos que van a ser mejores».
II. «Hágase la luz»
Y fue y se hizo. En noviembre de 2003 se celebran elecciones al Parlament de
Catalunya, de las que resulta prácticamente un empate entre las dos mayores y
enfrentadas formaciones (CiU y PSC-PSOE) y una ERC que, en un fulgurante
ascenso, se mete en el bolsillo la llave del Palau de la Generalitat. Tras unas
cuantas y excesivas semanas de intensas negociaciones, bastantes nervios y mucha
desazón ciudadana, que se temía lo peor (incluso hubo momento en que llegó a
parecer posible un acuerdo de gobierno entre CiU y PSC-PSOE), nació el
“tripartito” que hoy conocemos.
En lo que al mundo asociativo de las TIC respecta, se produjeron de inmediato
sentimientos favorables a dos hechos muy positivos: el primero, que el pacto
entre las tres formaciones gobernantes (PSC-PSOE, ERC y ICV-EU) valoraba las TIC
como fenómeno principal de desarrollo, establecía como principio el acceso de
todo ciudadano a las mismas y se comprometía al fomento y desarrollo del
software libre en todos los ámbitos catalanes y muy especialmente en la
administración; el segundo, el nombramiento como Secretario de
Telecomunicaciones y Sociedad de la Información de Oriol Ferran, hombre
muy conocido y respetado, muy próximo -si no vinculado- a Softcatalà y con un
interesante curriculum en el mundo político municipal y en el propio ámbito de
las TIC.
De modo que, aliviados, nos sentamos felices a esperar leyes del software libre,
implantaciones masivas de Linux en el mundo educativo (se llegó a pensar -o a
soñar- con una distro propia, al modo extremeño), cuantiosos y fulminantes ceses
en CAT365, funcionarios dándole al OpenOffice.Org, redes troncales sin cuento y,
en fin, paladeando anticipadamente el momento en que desde Catalunya rebasáramos
a Ibarra como un Ferrari adelantando a un “seiscientos”.
Únicamente nos mosqueó un poco desde un primer momento el hecho de que no había
la menor señal de alarma en Microsoft. La empresa que, en un momento de pánico,
llegó a amenazar a la Comunidad extremeña con “un pleito”, no se inmutaba ante
una de “las grandes” ocupada por “el enemigo”. Pasaban los días y las semanas y
Steve Ballmer no aterrizaba en el Prat venteando el talonario. Qué raro. Pero
como los designios de esas multinacionales americanas son tan misteriosos,
continuamos más o menos tranquilos esperando acontecimientos.
Y... no hubo nada.
III. Consecuentes (que no “coherentes”)
La primera fue en toda la frente: no habría cambios en CAT365 cuyo equipo
seguiría absolutamente incólume. De nada sirvieron las estruendosas protestas
del ámbito Softcatalà que, en su petición de ceses, fue secundada por la
Asociación de Internautas. La foto iba a quedar (y así sigue estando)
inamovible.
La segunda fue una especie de “donde dije 'digo' digo Diego”, en el sentido de
que la promoción del software libre en Catalunya se iba a quedar en eso:
promoción. No cabía esperar normativa. La proposición de ley aquella, buena al
parecer el 2002, ya no sirve para el 2004 y nos gustaría mucho saber por qué.
Así que la promoción empezó con un fastuoso lanzamiento de un disco lleno de
software libre en catalán para distintos sistemas operativos, montado por
Softcatalà (como ya hiciera en una ocasión anterior), financiado por la
Generalitat y distribuido por un medio de prensa con ocasión de la muy señalada
fiesta patronal de Sant Jordi y, a fecha de hoy, con eso ha acabado la
promoción.
La tercera iba a ser en la administración pública, en la que se decidió un
inicialmente plausible “piano piano chi va lontano” y el piano se ha
quedado tocando “La Patética” porque para mayor seguridad vamos a usar como
banco de pruebas para las administraciones catalanas a algo tan parecido al
común de las unidades administrativas autonómicas y locales como la Universitat
de Lleida; a la propia Secretaría de Telecomunicación y Sociedad de la
Información, que todo el mundo sabe que es más o menos como el Institut Català
de la Salut o como el Institut Català d'Assistència i Serveis Socials, igualito;
y a un tercer organismo administrativo cuya denominación, naturaleza,
adscripción y volumen desconozco. No voy a criticar unos resultados que aún se
desconocen, por supuesto, pero tampoco voy a ocultar mi escepticismo. De
cualquier modo, la cosa va para largo, así que tiempo habrá de volver sobre ella
con mayor detenimiento y ulteriores acontecimientos.
La cuarta empezó bien, pero veréis que acaba siendo algo así como “Loca
Academia de Policía”. Desde el Departament d'Universitats, Recerca i
Societat de la Informació (que responde al simpático acrónimo de DURSI),
órgano contenedor de la bienamada Secretaría de Oriol Ferran, se anuncia un buen
día que se ha acabado el cuento de T-Systems y que de cara al 2005 se va a
licitar toda la gestión informática de la Generalitat por pequeños paquetes para
que sean varias empresas -entre las cuales podría y debería haber PYMES- que
puedan beneficiarse de tanta sustancia pagada con dinero público con el
adicional efecto positivo que tampoco la Generalitat iba a depender de un solo
proveedor. ¡Ah! ¡Por fin! Ya empezaba a verse luz en el horizonte.
La renaixença, nois, ya llegó por fin la renaixença. Pero...
poco dura la alegría en casa del catalán. Desde el DURSI se establece que se
podrá concurrir a las licitaciones mediante una aplicación telemática llamada
“e-catàleg”, creada ya hace mucho tiempo precisamente para que las empresas
puedan participar más fácilmente en las licitaciones de la Administración y que,
en este contexto de nuevas tecnologías, parece especialmente idónea. ¿Y qué
pasa? Pues que “e-catàleg” es una de las prestaciones de... ¿quién? Premio, sí
señor: de CAT365, con lo que... ¿qué? En efecto: sólo se puede utilizar con
programas Microsoft. Eso, por sí mismo, ya es una coña marinera, pero aún hay
más. Oriol Ferran intenta arreglarlo diciendo que sí, claro, es contradictorio y
chocante, pero que la cosa está así y que no se puede cambiar ahora porque sería
laboriosísimo y costosísimo (argumento tradicional, por otra parte, de los
dirigentes de CAT365) y que el día de mañana todo será distinto y seremos
felices.
Lo que parece que no tiene en cuenta Oriol es que se está expresando como si
todo esto fuera una sorpresa para él (vaya, hombre, un imprevisto, qué
contrariedad) cuando él no puede desconocer que hace dos años que estamos
protestando por esta falta de accesibilidad técnica y nosotros no ignoramos que
él lleva aproximadamente seis meses en el cargo. Cómo íbamos a suponer en julio
de 2004 que al “e-catàleg” sólo se puede acceder con Microsoft.
La quinta es de ayer mismo, aún tenemos les galtes (los carrillos)
coloradas como pimientos morrones. Todavía no nos habíamos repuesto del “e-catàleg”,
cuando desde el Departament d'Educació se anuncia... ¡una conferencia de prensa
conjunta entre el Departament y la ínclita doña Rosa García, presidenta de
Microsoft Ibérica, para anunciarnos a su vez un convenio entre la administración
educativa y esa nunca bien ponderada empresa! Naturalmente, en algunos foros nos
ponemos como motos porque, junto con la administración pública, la enseñanza es
“target” principal del software libre; y nada menos que ahí nos meten desde el
propio “tripartit” a Microsoft (para la cual, por supuesto, la administración y
la enseñanza son también “targets” esenciales).
Y, como ya parece ser costumbre, las explicaciones de la Administración
queriéndolo arreglar son harto pintorescas. Según estas explicaciones, el
convenio consistiría en que Microsoft devolvería en especie (o sea, software) el
precio pagado por la Administración en licencias de sistemas operativos
preinstalados en las máquinas adquiridas anteriormente, SIN QUE LA
ADMINISTRACIÓN ADQUIRIERA NINGUNA OTRA OBLIGACIÓN. ¿Otra? ¿Dónde está la “una”?
Extraño convenio, en que una de las partes se obliga a algo y la otra a nada.
Todo ello sin entrar en otras consideraciones: lo habitualmente envenenado de
los “regalitos” de Microsoft (“regala” programas pero nunca sus actualizaciones,
que hay que pagar a precio de oro), la imposición de cláusulas de obligado
cumplimiento para terceros en caso de venta de esa maquinaria (Windows “forever”,
por ejemplo), etcétera.
IV. OREMUS
Termina Oriol sus intervenciones de esta misma pasada madrugada en plan “nada
temáis, hijos míos”, porque -siempre según él- pese a estas confusas
apariencias, lo del software libre es ya pescado vendido y se va a hacer de
manera que no tenga vuelta atrás (no vaya a ser que vuelva CiU y el tripartito,
ya en la oposición, tenga que intentar de nuevo endosarle esa ley de software
libre tan excelente en 2002, tan mala en el 2004 y nuevamente paradigma de la
excelencia, pongamos por un simple suponer, en 2009.
En fin, ojalá sea así, pero espero que Oriol no se enfade si desde aquí decimos
aquello tan bonito de “Hic Rhodus, hic salta” ya que lo único que hemos
visto hasta ahora es algo parecido a aquello de “jo faré deu mil gambades i
amb un salt, totes plegades”.
Fum, fum, fum.
Javier Cuchi es miembro de la Asociación de
Internautas, Hispalinux y Softcatalà |