Invasión a Irak penó a Bush en su primer cara a cara electoral con Kerry.. el candidato democráta atacó muy serio mientras Bush hacía muecas como para precalentar su defensa.

Noventa minutos, igual que un partido de fútbol aunque sin entretiempo, duró anoche el esperado primer debate de los candidatos presidenciales estadounidenses George W. Bush y John Kerry.

Ambos llegaron vestidos prácticamente iguales hasta la Universidad de Miami, donde se realizó el primero de tres enfrentamientos: terno negro, camisa blanca y una banderita metálica de Estados Unidos adherida a la solapa izquierda. El sello distintivo fue la corbata: roja para Kerry, azul para Bush.

Y como estaba previsto, la corrección y circunspección marcaron la jornada. Una suerte de semáforo horizontal daba luz verde para que cada uno hablara y el rojo les señalaba cuando debían parar. El aparato fue sistemáticamente respetado por ambos sin necesidad de que el conductor, Jim Lehrer, los interrumpiera diciendo Se acabó su tiempo señor, como suele ocurrir en otros lugares.

¿De qué hablaron? En lo medular, ambos se pasearon por todo el mundo: África, Asia y Europa. Sólo América Latina quedó fuera de la discusión sobre el rol que le cabe a la máxima potencia mundial en el escenario externo. Pero hubo un lugar al que Kerry obviamente le hincó el diente y al cual ambos dedicaron una hora: la invasión a Irak (era que no).

El caballito de batalla con que el candidato demócrata intentó acorralar al presidente se centró en la necesidad de buscar el apoyo de la ONU en los ataques.

"Antes de que el presidente decidiera invadirlo, Irak no estaba ni cerca del eje de la guerra contra el terrorismo. Aunque es necesario que seamos fuertes y decididos también tenemos que ser listos", agregó con decisión el senador de Massachusetts mientras su oponente gesticulaba insistentemente en señal de molestia como diciendo no sabe lo que está hablando.

Kerry recalcó que el verdadero enemigo era Al Qaeda y no Saddam Hussein y que se debió privilegiar la captura de Osama bin Laden por sobre la invasión a Irak. "Cuando teníamos acorralado a Bin Laden en las montañas de Tora Bora no usamos nuestras mejores tropas", criticó.

Pero Bush, que sabía a lo que iba, sacó su cartita debajo de la manga recordándole a su contrincante que él mismo, siendo senador, había asegurado en 2002 que Hussein era una amenaza para Estados Unidos.

"No veo cómo (Kerry) puede llevar a este país a triunfar en Irak cuando dice que es una guerra errónea, en un lugar equivocado. ¿Qué mensaje está enviando a nuestras tropas, a nuestros aliados, a los iraquíes? No, la forma de ganar esta batalla es comportándose de manera firme y decidida", contraatacó el presidente repitiendo una y otra vez que su rol era la de "comandante en jefe" y que como tal no podía demostrar debilidad ni indecisión.

Piropos

Pero entre tanto debate también hubo cariños, cortos, pero contundentes.

Bush: "Admiro el servicio del senador Kerry hacia nuestro país, que sea un excelente padre me parece muy bien que sus hijas hayan sido generosas con mis hijas. Aprecio el hecho de que él ha servido por veinte años en el Senado’’.

Kerry: "Aprecio los comentarios del Presidente. Creo que solamente cuando uno tiene este cargo uno empieza a entender lo que significa para sus familias. Tengo un gran respeto y admiración por su esposa. Pienso que es fantástica, increíble. Tengo mucho aprecio por sus hijas: las he observado, me he sonreído a veces con los comentarios que han hecho (únicas risas de la noche)’’.

"He tratado de mantenerlas a raya", replicó Bush.

En besos, ganó el presidente: recibió el de su esposa, Laura, y el de las dos hijas que se subieron al estrado al final del debate para abrazarlo. Como con gusto a poco, Kerry debió conformarse con el de su señora Teresa Heinz.