La directora del equipo español, Angeles Trillo, explicó en declaraciones
a Efe que un estudio de la trascendencia de éste, que, a pesar de los
resultados, "está en pañales", no tendrá continuación porque su
financiador, la Comisión Europea, así lo ha decidido. "No está claro el por
qué. La Unión Europea establece sus prioridades pero hay muchos factores
implicados y cómo no pensar que hay presiones para que estos estudios no sigan
porque pueden crear una alarma social muy grande" subrayó.
A juicio de Trillo, lo que es incontestable es que los teléfonos móviles
"se utilizan mucho" y que "tienen efectos biológicos a nivel celular y
molecular y hay que seguir estudiándolo".
El investigador Alejandro Ubeda, miembro del equipo español, explicó a
Efe que el estudio determina que existen cambios en las células pero que
desconocen cuál es el mecanismo que pone en marcha el proceso e insistió en que,
por el momento, tampoco podrán averiguarlo porque "no hay fondos para hacerlo".
"Lo que me parece raro -resaltó- es que después de encontrar esos
resultados, que aunque no son de nocividad demuestran que hay un efecto por
debajo de los límites que se consideran tolerables, es que no se profundice en
ellos, que se cierre la carpeta y no se financie su continuación".
La respuesta celular, subrayó, se produce no sólo por el calor generado por
las microondas, algo ya sabido, "sino por algo más y el mecanismo que lo
genera es desconocido".
Los participantes en el Proyecto Reflex, financiado por la UE y cuyos
resultados acaban de ser enviados a la Comisión Europea, han estudiado desde
febrero de 2000 hasta mayo de este año los efectos de los campos
electromagnéticos de ambientes urbanos industrializados sobre las células
utilizando para ello material de laboratorio.
Han analizado dos tipos de campos: las bajas frecuencias, es decir iguales o
inferiores a 50 herzios, que son las que emiten los ordenadores o las líneas de
alta tensión; y las altas, iguales o por debajo de 1 gigaherzio, que son las
microondas de la telefonía móvil, tanto de las antenas repetidoras como de los
aparatos.
"Si el móvil sólo recibiese no habría problema, el problema es que emite y
nuestra cabeza está en medio", resumió Ubeda, experto en biofísica y miembro
del servicio de Bioelectromagnetismo del hospital madrileño Ramón y Cajal.
El Proyecto Reflex sólo ha estudiado los niveles iguales o menores que se
consideran seguros para el público en general, no por encima, y si en esos
límites biofísicos había respuesta celular, de forma que cada grupo de trabajo
se ha encargado de una parte y al español, compuesto por siete personas, le ha
correspondido el análisis de la membrana de células madre neurales procedentes
de ratas de 16 días.
Los doce grupos participantes han analizado células madre procedentes de
ratones, cancerosas cultivadas en laboratorio y sanguíneas de voluntarios
humanos.
"Ahí la respuesta -dijo Ubeda- ha sido distinta según la edad de los
donantes: cuanto más viejo era el sujeto había más modificación celular".
La investigación, añadió, "está madura" para seguir experimentando con
sistemas celulares en laboratorios pero no para pasar a humanos y animales.
En sus conclusiones, el Proyecto Reflex, que ha contado con 3,1 millones de
euros de financiación -364.000 euros para el grupo español- recomienda que no se
abuse del móvil, especialmente, entre los jóvenes.
Ubeda, que sí tiene y usa teléfono móvil, sigue "unas pautas personales"
que pueden resumirse en que sólo se pone el teléfono en la oreja cuando ya ha
establecido conexión con su interlocutor, evitando así "el pico máximo"
de ondas; evita hablar donde hay poca cobertura, porque es ahí donde la señal
tiene más intensidad; cambia de oreja y utiliza en lo posible un adminículo de
"manos libres". |