Según sus seguidores, el oráculo irlandés adelantó el nombre de 112 Papas
antes del fin del mundo, entregando a cada uno un lema que revelaría datos
sobre su identidad. Para el recién electo pontífice, el santo habría dado la
frase “gloria olivae” (“de la gloria del olivo”). Lo cual podía
interpretarse como que el sucesor de Juan Pablo II tendría alguna relación con
los sacerdotes olivateanos, rama de la congregación de los Benedictinos.
Curiosamente el nombre elegido por el nuevo Papa, Benedicto XVI, muestra una
increíble similitud con las predicciones que realizó el "profeta irlandés".
Para algunos vaticanologos esta elección es simplemente una curiosidad. La
elección del nombre se debe a que San Benedicto (o Benito), fundador de
la orden benedictina en el siglo V fue recientemente nombrado patrón de Europa
y con esta decisión deseaba recordar al viejo continente sus raíces cristianas.
Y como un homenaje al Papa Benedicto XV,
que a pesar de su corto mandato le toco vivir una de las épocas con mayor
turbulencia en Europa, desviviéndose por encontrar una solución pacifica a la
guerra que asolaba el continente.
Conocido intelectual
Sin desmerecer la fuerza de estos argumentos, los seguidores del profeta
irlandés señalan que por el gran conocimiento que Ratzinger tiene de la iglesia
y sus santos no debería haberle pasado por alto la similitud del nombre elegido
con la profecía realizada por Malaquías.
También manifiestan que la rigurosidad y el fuerte carácter que este siempre
ha demostrado parecen indicar que la decisión fue tomada a conciencia. Aunque
también podría entenderse en que su intención podría estar en desmentir la
validez de estas profecías y más cuando en ellas se asegura que tras el papa
del Olivo vendrá el último pontifice. |