El escándalo Enron y el estallido de la burbuja financiera del 2000 llega hoy a la gran pantalla
Bajo la dirección de Alex Gibney,  el documental "Enron: Los tipos que estafaron a América" presenta el lado oculto de uno de los mayores escándalos financieros de la historia, en el que varios altos ejecutivos de la séptima empresa más importante de los Estados Unidos se embolsaron más de mil millones de dólares mientras sus accionistas y empleados lo perdían todo, en plena burbuja "punto.com"

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El Caso ENRON al detalle

Basado en el best-seller The Smartest Guys in the Room (algo así como “Los tipos más listos del lugar”) de los periodistas de la revista Fortune Bethany McLean y Peter Elkind, Gibney utiliza declaraciones personales y cintas de audio y vídeo de la empresa para mostrar los increíbles excesos cometidos por la cúpula directiva de Enron y el profundo vacío moral que ocultaba la supuesta filosofía corporativa de esta compañía que en poco tiempo paso a ser todo un gigante de la económica estadounidense.

El caso "Enron" y los espectáculos financieros

"El libro de Bethany y Peter me hizo ver que la historia de Enron era mucho más que un escándalo financiero. Era un drama humano del calibre de una tragedia griega, pero teñida del humor más negro que se pueda imaginar. Cuando decidí hacer la película, pensé que sería una oportunidad para explorar aspectos muy extendidos en la cultura americana, como la crueldad de nuestro sistema económico y lo fácil que resulta manipularlo en beneficio de los poderosos", cuenta el director del Filme.

Explica que conforme avanzaba más en su investigación sobre el escándalo Enron la sensación que le producía era que se estaba enfrentando a todo un espectáculo donde los ejecutivos de la compañía se comportaban como los protagonistas de un filme y analistas, periodistas e inversores como espectadores seducidos por la magia que desprendía el "glamouroso" mundo de las finanzas.

"Me fascinó descubrir hasta qué punto los ejecutivos de Enron eran como directores de cine trabajando en una película de ciencia ficción: sencillamente, se lo habían inventado todo. Y hay que reconocer que hicieron un buen trabajo. Crearon una historia tan convincente que todo el mundo quería creer en ella. Esta campaña de intoxicación estuvo dirigida por Jeffrey Skilling, entonces presidente de la empresa. También en esto hay un toque de humor negro: en el argot de Enron, “beberse el kool-aid” era sinónimo de tragarse la historia de Skilling", dice Alex Gibney .

Como dice en la película Mimi Swartz, coautora de un libro sobre el tema (Power Failure: The Inside Story of the Collapse of Enron – Fallo de poder: la historia interna del desplome de Enron), Skilling y Lay se comportaron como actores que representaban a la perfección sus papeles como miembros de la empresa. Esto se hace especialmente evidente en dos momentos de la película. En uno de ellos, Skilling dice a sus empleados que el artículo de Bethany (el primero verdaderamente crítico con Enron) no era en realidad más que un intento de Fortune de ser “originales”, ya que Business Week había publicado un informe positivo sobre la empresa. En el otro, Lay declara: “nuestras acciones podían seguir subiendo indefinidamente”, y no cuesta ningún trabajo imaginárselo repasando catálogos de agencias inmobiliarias para comprarse una casa nueva en Aspen.

Todo el mundo se lo creía... ¿Les recuerda algo la historia?

Es realmente interesante como el director aborda el papel de analistas, profesores universitarios, expertos y por supuesto, también periodistas. La responsabilidad de cada uno de ellos en la creación de ese gigante artificial que fue Enron y como la misma prensa fue uno de los factores fundamentales en propagar ese espíritu innovador y revolucionario que la llamada "nueva economía" representaba.

"Es muy probable que en ello influyera el hecho de que las mentiras de Skilling y Lay estuvieran cubiertas por un manto ideológico en el que toda la comunidad empresarial americana estaba deseando creer: todo irá bien si no hay ninguna regla. Era como si se guiaran por los lemas de Gordon Gekko (“La codicia es buena”) y Alfred E. Neuman (“¿Preocupado? ¿Yo?”)"(..) "Pocos olieron la verdad detrás de la mentira"  , apunta el director al recordar el impacto que se produjo con la compañía.

La pelota se engrandece

Hay algo irónico, cómico y curiosamente honesto en el eslogan publicitario de Enron: “Ask Why” (“Pregúntese por qué”).

En el contexto de sus surrealistas anuncios, el eslogan sirve para alabar la capacidad de Enron para cuestionar ideas convencionales. Pero, teniendo en cuenta todo lo que ahora sabemos de Enron, “Pregúntese por qué” suena casi como un reto inconsciente dirigido a los observadores externos: pregúntese por qué Enron tiene tanto éxito. Recuerda a los grandes criminales que siempre dejan pistas para los detectives, como si quisieran jugar con ellos al gato y el ratón.

Desde un punto de vista más amplio, “Pregúntese por qué” es la moraleja de la película: no hay que dar nada por supuesto, hay que cuestionarlo todo. Influenciado por este eslogan, el director estuvo a punto de titular la película "Enron: Ask Why", pero reconoce que este titulo le estaba impacto al filme y que solamente lo comprenderian aquellos muy vinculados a la firma o a las espectadores que hubiesen visto el documental. "Quienes no la hubieran visto se sentirían como si les estuviera soltando un sermón,"añade.

Los Tipos que Estafaron a América funciona porque es al mismo tiempo directa y tremendamente irónica. Lo que cuenta es que estos tipos se consideraban tan listos que creyeron que podrían burlar todas las normas. Si se llega al punto de pensar que las normas son una “afrenta” al “libre mercado”, un fraude como el de Enron pasa a ser una simple “evasión de impuestos”, una forma de derrotar al sistema con sus propias armas. Mientras sus más que bien pagados asesores refrendaran todo lo que se hacía en la empresa, Enron podía decir que cumplía las normas por mucho que, para un observador imparcial, resultara obvio que sus ejecutivos habían llevado a cabo un fraude de proporciones colosales.

"En mi opinión, dice el director,  (y en la de Bethany y Peter), el fraude de Enron no fue premeditado. Se trató más bien de un proceso gradual, lo que hace que sea aún más peligroso. Por eso Skilling puede seguir pensando que no hizo nada malo".

La cultura empresarial que el ejcutivo Skilling implantó en Enron se basaba en una mala interpretación del famoso libro que Richard Dawkins escribió en 1976 sobre la evolución, El gen egoísta (The Selfish Gene). Skilling parecía convencido de que todo iría perfectamente si todo el mundo fuera tan codicioso como pudiera.

Este sistema de valores sin valores alcanzó su apoteosis en California, donde los inversores de Enron se dedicaron a defraudar al sistema con auténtico fervor. Según las reglas del ideólogo del libre mercado, el hecho de que los inversores de Enron engañaran al sistema de California demostraría que el sistema desregulador del estado era “defectuoso” y le obligaría a corregirse.

Desde su punto de vista, tenían la tranquilidad de estar “del lado de los ángeles”, por usar las palabras de Jeff Skilling. ¡A largo plazo, defraudar a California sería bueno para el estado! Como suele decirse, “no pain, no gain”, sin dolor no hay beneficios. Así que hicieron un “experimento” con el pueblo de California, creando enormes problemas económicos (con caídas del suministro eléctrico) mientras ellos ganaban millones.

Las vinculaciones con el poder político y la administración Bush

Mucho se ha hablado sobre la relación entre la familia Bush y “Kenny Boy” Lay. "Removimos cielo y tierra en busca de algún indicio, pero no dimos con ninguno hasta la crisis energética de California, cuando Bush demostró ser muy agresivo haciendo “nada” mientras California era saqueada por Enron y otras empresas energéticas. Bush tenía una base ideológica: “déjate llevar por la fuerza: la magia del mercado”. Su inoperancia tuvo enormes consecuencias para la economía de California y, en último término, para su panorama político.

Las grandes empresas y la política seguirán manteniendo una relación muy estrecha mientras los políticos sigan necesitando sumas de dinero cada vez más grandes para presentarse a unas elecciones. Pero Enron no habla de la relación entre empresa y política, sino que intenta mostrar cómo funciona el capitalismo a gran escala. La película examina la enorme diferencia entre el capitalismo real y las explicaciones sobre oferta y demanda que aparecen en nuestros libros de texto. Los bancos de inversión y las grandes empresas forman un universo cerrado en el que unos pocos poderosos mueven los hilos ocultos a los ojos del público y (especialmente en el caso de mercados clave como el de la energía) imponen un “poder del mercado” que no tiene nada que ver con la competencia entre iguales ni con relaciones francas entre consumidores y productores. Enron y otras empresas de energía se aliaron para destruir el mercado en California"
.

La conclusión de la película resulta dolorosamente obvia cuando escuchamos las voces de los inversores de Enron en el mismo momento en que se hacían con cientos de millones de dólares de beneficios gracias a la crisis energética de California.  O el de los millones de afectados por el desplome de esta empresa (y otras muchas que siguieron ese ejemplo) y que llevaron a la perdida de todos sus ahorros.

Con este filme, una parte de la sociedad estadounidense hace su propio balance y extrae conclusiones de como y porque sucedió el estallido financiero de principios del 2000. Como la codicia de especuladores, aupados al frente de poderosas compañías por grandes grupos financieros, condujo a la ruina a millones de inversores de todo el mundo y descarta, la responsabilidad del estallido a quienes todo el mundo señala como culpables: las pequeñas punto.com.

Nuestra reciente historia está también llena de personajes adulados y ensalzados que a punto estuvieron de arruinar sus empresas y a sus socios. Los de la Rosa, Condes y muchos más compartieron en gran medido las formas y la filosofía de los Enron, MCI-WorldCom (recordemos la presencia de su presidente en el Consejo de Administración de Telefónica) provocando un trágico efecto dominó que tal vez se deje sentir en la economía occidental durante años.
 


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domingo, 25 mayo 2014

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