Basado en el best-seller The Smartest Guys in the Room (algo así como
“Los tipos más listos del lugar”) de los periodistas de la revista
Fortune Bethany McLean y Peter Elkind, Gibney utiliza declaraciones
personales y cintas de audio y vídeo de la empresa para mostrar los increíbles
excesos cometidos por la cúpula directiva de Enron y el profundo vacío moral que
ocultaba la supuesta filosofía corporativa de esta compañía que en poco tiempo
paso a ser todo un gigante de la económica estadounidense. El caso "Enron"
y los espectáculos financieros "El libro de Bethany y Peter me hizo ver
que la historia de Enron era mucho más que un escándalo financiero. Era un drama
humano del calibre de una tragedia griega, pero teñida del humor más negro que
se pueda imaginar. Cuando decidí hacer la película, pensé que sería una
oportunidad para explorar aspectos muy extendidos en la cultura americana, como
la crueldad de nuestro sistema económico y lo fácil que resulta manipularlo en
beneficio de los poderosos", cuenta el director del Filme. Explica que
conforme avanzaba más en su investigación sobre el escándalo Enron la sensación
que le producía era que se estaba enfrentando a todo un espectáculo donde los
ejecutivos de la compañía se comportaban como los protagonistas de un filme y
analistas, periodistas e inversores como espectadores seducidos por la magia que
desprendía el "glamouroso" mundo de las finanzas. "Me fascinó descubrir
hasta qué punto los ejecutivos de Enron eran como directores de cine trabajando
en una película de ciencia ficción: sencillamente, se lo habían inventado todo.
Y hay que reconocer que hicieron un buen trabajo. Crearon una historia tan
convincente que todo el mundo quería creer en ella. Esta campaña de intoxicación
estuvo dirigida por Jeffrey Skilling, entonces presidente de la empresa. También
en esto hay un toque de humor negro: en el argot de Enron, “beberse el kool-aid”
era sinónimo de tragarse la historia de Skilling", dice Alex Gibney .
Como dice en la película Mimi Swartz, coautora de un libro sobre el tema (Power
Failure: The Inside Story of the Collapse of Enron – Fallo de poder: la historia
interna del desplome de Enron), Skilling y Lay se comportaron como actores
que representaban a la perfección sus papeles como miembros de la empresa. Esto
se hace especialmente evidente en dos momentos de la película. En uno de ellos,
Skilling dice a sus empleados que el artículo de Bethany (el primero
verdaderamente crítico con Enron) no era en realidad más que un intento de
Fortune de ser “originales”, ya que Business Week había publicado un informe
positivo sobre la empresa. En el otro, Lay declara: “nuestras acciones podían
seguir subiendo indefinidamente”, y no cuesta ningún trabajo imaginárselo
repasando catálogos de agencias inmobiliarias para comprarse una casa nueva en
Aspen.
Todo el mundo se lo creía... ¿Les recuerda algo la historia? Es
realmente interesante como el director aborda el papel de analistas, profesores
universitarios, expertos y por supuesto, también periodistas. La responsabilidad
de cada uno de ellos en la creación de ese gigante artificial que fue Enron y
como la misma prensa fue uno de los factores fundamentales en propagar ese
espíritu innovador y revolucionario que la llamada "nueva economía"
representaba.
"Es muy probable que en ello influyera el hecho de que las mentiras de
Skilling y Lay estuvieran cubiertas por un manto ideológico en el que toda la
comunidad empresarial americana estaba deseando creer: todo irá bien si no hay
ninguna regla. Era como si se guiaran por los lemas de Gordon Gekko (“La codicia
es buena”) y Alfred E. Neuman (“¿Preocupado? ¿Yo?”)"(..) "Pocos olieron la
verdad detrás de la mentira" , apunta el director al recordar el
impacto que se produjo con la compañía. La pelota se engrandece Hay
algo irónico, cómico y curiosamente honesto en el eslogan publicitario de Enron:
“Ask Why” (“Pregúntese por qué”).
En el contexto de sus surrealistas anuncios, el eslogan sirve para alabar la
capacidad de Enron para cuestionar ideas convencionales. Pero, teniendo en
cuenta todo lo que ahora sabemos de Enron, “Pregúntese por qué” suena casi como
un reto inconsciente dirigido a los observadores externos: pregúntese por qué
Enron tiene tanto éxito. Recuerda a los grandes criminales que siempre dejan
pistas para los detectives, como si quisieran jugar con ellos al gato y el
ratón.
Desde un punto de vista más amplio, “Pregúntese por qué” es la moraleja de la
película: no hay que dar nada por supuesto, hay que cuestionarlo todo.
Influenciado por este eslogan, el director estuvo a punto de titular la película
"Enron: Ask Why", pero reconoce que este titulo le estaba impacto al filme y que
solamente lo comprenderian aquellos muy vinculados a la firma o a las
espectadores que hubiesen visto el documental. "Quienes no la hubieran visto
se sentirían como si les estuviera soltando un sermón,"añade.
Los Tipos que Estafaron a América funciona porque es al mismo tiempo directa
y tremendamente irónica. Lo que cuenta es que estos tipos se consideraban tan
listos que creyeron que podrían burlar todas las normas. Si se llega al punto de
pensar que las normas son una “afrenta” al “libre mercado”, un fraude como el de
Enron pasa a ser una simple “evasión de impuestos”, una forma de derrotar al
sistema con sus propias armas. Mientras sus más que bien pagados asesores
refrendaran todo lo que se hacía en la empresa, Enron podía decir que cumplía
las normas por mucho que, para un observador imparcial, resultara obvio que sus
ejecutivos habían llevado a cabo un fraude de proporciones colosales. "En
mi opinión, dice el director, (y en la de Bethany y Peter), el fraude de
Enron no fue premeditado. Se trató más bien de un proceso gradual, lo que hace
que sea aún más peligroso. Por eso Skilling puede seguir pensando que no hizo
nada malo".
La cultura empresarial que el ejcutivo Skilling implantó en Enron se basaba en
una mala interpretación del famoso libro que Richard Dawkins escribió en 1976
sobre la evolución, El gen egoísta (The Selfish Gene). Skilling parecía
convencido de que todo iría perfectamente si todo el mundo fuera tan codicioso
como pudiera.
Este sistema de valores sin valores alcanzó su apoteosis en California, donde
los inversores de Enron se dedicaron a defraudar al sistema con auténtico
fervor. Según las reglas del ideólogo del libre mercado, el hecho de que los
inversores de Enron engañaran al sistema de California demostraría que el
sistema desregulador del estado era “defectuoso” y le obligaría a corregirse.
Desde su punto de vista, tenían la tranquilidad de estar “del lado de los
ángeles”, por usar las palabras de Jeff Skilling. ¡A largo plazo, defraudar a
California sería bueno para el estado! Como suele decirse, “no pain, no gain”,
sin dolor no hay beneficios. Así que hicieron un “experimento” con el pueblo de
California, creando enormes problemas económicos (con caídas del suministro
eléctrico) mientras ellos ganaban millones.
Las vinculaciones con el poder político y la administración Bush Mucho
se ha hablado sobre la relación entre la familia Bush y “Kenny Boy” Lay. "Removimos
cielo y tierra en busca de algún indicio, pero no dimos con ninguno hasta la
crisis energética de California, cuando Bush demostró ser muy agresivo haciendo
“nada” mientras California era saqueada por Enron y otras empresas energéticas.
Bush tenía una base ideológica: “déjate llevar por la fuerza: la magia del
mercado”. Su inoperancia tuvo enormes consecuencias para la economía de
California y, en último término, para su panorama político.
Las grandes empresas y la política seguirán manteniendo una relación muy
estrecha mientras los políticos sigan necesitando sumas de dinero cada vez más
grandes para presentarse a unas elecciones. Pero Enron no habla de la relación
entre empresa y política, sino que intenta mostrar cómo funciona el capitalismo
a gran escala. La película examina la enorme diferencia entre el capitalismo
real y las explicaciones sobre oferta y demanda que aparecen en nuestros libros
de texto. Los bancos de inversión y las grandes empresas forman un universo
cerrado en el que unos pocos poderosos mueven los hilos ocultos a los ojos del
público y (especialmente en el caso de mercados clave como el de la energía)
imponen un “poder del mercado” que no tiene nada que ver con la competencia
entre iguales ni con relaciones francas entre consumidores y productores. Enron
y otras empresas de energía se aliaron para destruir el mercado en California".
La conclusión de la película resulta dolorosamente obvia cuando escuchamos las
voces de los inversores de Enron en el mismo momento en que se hacían con
cientos de millones de dólares de beneficios gracias a la crisis energética de
California. O el de los millones de afectados por el desplome de esta
empresa (y otras muchas que siguieron ese ejemplo) y que llevaron a la perdida
de todos sus ahorros.
Con este filme, una parte de la sociedad estadounidense hace su propio
balance y extrae conclusiones de como y porque sucedió el estallido financiero
de principios del 2000. Como la codicia de especuladores, aupados al frente de
poderosas compañías por grandes grupos financieros, condujo a la ruina a
millones de inversores de todo el mundo y descarta, la responsabilidad del
estallido a quienes todo el mundo señala como culpables: las pequeñas punto.com.
Nuestra reciente historia está también llena de personajes adulados y ensalzados
que a punto estuvieron de arruinar sus empresas y a sus socios. Los de la Rosa,
Condes y muchos más compartieron en gran medido las formas y la filosofía de los
Enron, MCI-WorldCom (recordemos la presencia de su presidente en el Consejo de
Administración de Telefónica) provocando un trágico efecto dominó que tal vez se
deje sentir en la economía occidental durante años.
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