Guillem Alsina - Cuenta la
leyenda... Esta es la forma en la que a muchos de nosotros empezaban a contarnos
un cuento cuando éramos pequeños. Y permítanme que yo ahora les explique uno:
cuenta la leyenda que un día, en una fiesta universitaria, un joven se coló en
la habitación de una chica y robó de su ordenador una serie de fotografías de
corte erótico que la interesada
se había hecho con dos amigas más. Las mandó por correo electrónico y a partir
de aquí empezaron a circular de buzón en buzón a través de Internet. Hasta aquí
la leyenda; ahora pasemos a la realidad.
Ciertamente, y desde finales del mes de febrero-principios de marzo, la Internet
española se ha visto inundada por fotografías supuestamente pertenecientes a
tres jóvenes damiselas, fotografías que se han ido enviando entre amigos a
través del correo electrónico. Su origen, según unos, sería el que cuenta la
leyenda. Según otros, dos jóvenes universitarios se habrían encontrado una
cámara de fotos digital con, para sorpresa de ellos, las mitificadas
fotografías.
Algunos medios de comunicación se han atrevido incluso a dar un origen cierto a
las imágenes: habrían sido echas en una conocida estación de esquí por tres
estudiantes de una también conocida Universidad. Después del incidente, habrían
denunciado al joven que les robó las imágenes de su computadora.
Algunos también han especulado con que fueran las propias interesadas quienes
publicasen sus fotos en la Red, utilizando la excusa de que eran robadas para
aumentar el 'morbo' por lo prohibido entre la potencial audiencia y, de esta
forma, hacerse famosas. Un globo sonda perteneciente a un estudio para medir el
alcance de las leyendas urbanas sería otra posible explicación, y la última que
he oído -además de ser la más graciosa- es que estas chicas van a protagonizar
la segunda parte de una conocida película, con lo que las imágenes serían una
especie de "gancho publicitario".
No es, de hecho, la primera vez que fotografías o vídeos robados circulan por la
Red de redes; los casos de famosas como Pamela Anderson o Paris Hilton son el
ejemplo paradigmático en este tema.
Es imposible contrastar la historia, por lo que continuará siendo una leyenda
urbana (probablemente hasta desaparecer en el olvido de la Red), pero lo que
queda es el comportamiento de los medios de comunicación, no por haberse hecho
eco de la noticia -a fin de cuentas, lo que interesa a la gente es lo noticiable
¿o no?-, si no por los datos que han facilitado y que podrían (caso de ser
cierto el asunto y de que hubieran dado en el clavo con la localización de las
interesadas) permitir su rápida identificación. Y, en esta sociedad en la que
vivimos, ya sabemos lo que puede representar para estas chicas su escarnio
público con la exhibición de las imágenes robadas (caso de ser verdadera alguna
de las primeras hipótesis explicadas)...
Ante esta situación cabe preguntarse qué códigos éticos siguen dichos medios
(que todo hay que decirlo, no son los de mayor difusión ni dentro ni fuera de
Internet) para dar a conocer información sensible sobre la presunta identidad de
personas que pueden sufrir luego en sus carnes la presión de la sociedad.
Y por mi parte, también me declaro culpable. Culpable por utilizar un tema tan
banal para hablar de la moral en la Red. Culpable de fomentar una posible falsa
leyenda urbana y/o de alimentar un mito. Culpable de hacer lo mismo que los
medios de comunicación a los que critico (aunque como descargo para aligerar mi
condena diré que yo no he revelado nombres de universidades u otros datos más
sensibles que puedan permitir la identificación de las afectadas). ¿Cual puede
ser mi condena?
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