Análisis.- 'Donkey Kong Country Returns': ha vuelto el rey de la selva

No te confundas. Ni Simba, ni Tarzán. Ni siquiera 'El último superviviente' Bear Grylls. El auténtico rey de la selva es Donkey Kong. Aunque nació en 1981 como enemigo de Mario, en 1994 se convirtió en el héroe peludo favorito de las consolas con uno de los mejores juegos de plataformas de la historia. Ahora vuelve a lo grande gracias a Retro Studios.

   Rare fue la encargada de desarrollar 'Donkey Kong Country' mediante unos poco comunes gráficos prerrenderizados allá por 1994. El juego era una belleza pero también una joya jugable. Tan a la vanguardia tecnológica andaba que Nintendo lo promocionaba como "no es CD-rom" o "no son 32 bits".

   El tiempo pasó, hubo geniales secuelas, y Microsoft compró Rare ( 2002), aunque Nintendo se quedó con la licencia de Donkey. Desde entonces ha hecho 'cameos' y algún experimento, como 'Jungle Beat'. Pero clamábamos por un regreso apoteósico al estilo de siempre. Nintendo escuchó y puso a Retro Studios -Artífices de la saga 'Metroid Prime'- al trabajo.

   Así es como recibimos un título que mantiene la mecánica y la ambientación de la obra original, lo que una premisa excelente. Además, hay la calidad y diversión en un plataformas 2D de los de toda la vida.

ARGUMENTO Y MECÁNICA.

   'Donkey Kong Country Returns' respeta el punto de partida del original: a Donkey le roban los plátanos. Esta vez no son King K. Rool y sus secuaces cocodrilos sino unos personajes mágicos con pinta de tótem, que embrujan a todos los animales de la isla.

   De esta forma, los animales se convierten en nuestros enemigos y los magos en jefes finales -usando como títere a un enorme animal-. La aventura comienza en el nivel de la jungla, donde está la casa de Donkey y que recuerda mucho al original. De hecho, la ambientación en general del juego recuerda constantemente al primer 'Donkey Kong'.

   Aunque podemos usar el mando en horizontal, el control más adecuado es el diseñado para Wiimote+Nunchuck, en el que no hay botón de correr y rodamos agitando el mando. Con el A saltamos y el B agarramos objetos o lianas. También podemos aporrear el suelo o agacharnos para soplar, lo que nos permite atacar, resolver pequeños puzles o liberar ítems. El control es preciso, una delicia.

   En todo momento controlamos a Donkey. Cuando encontramos un barril con el logo 'DK', Diddy se nos une pero en lugar de ser un personaje controlable, se agarra a nuestra espalda y nos permite usar su 'jet pack' para planear por el aire. De esta forma, a pesar de perder al pequeño personaje -era más rápido y saltaba más- ganamos en posibilidades y nos obliga a cambiar nuestras prioridades constantemente en la partida si le perdemos al ser heridos (Tenemos dos corazones por cada mono).

   'Donkey Kong Country Returns' es un juego difícil, fundamentado en los ajustados movimientos de plataformas y enemigos. Además de todo tipo de plataformas que se mueven en cualquier dirección, lianas por las que balancearnos o trampolines, el escenario está lleno de barriles que funcionan como cañones. Algunos son automáticos y otros se disparan al pulsar nosotros A. Una seña de identidad más y otro motivo para esquivar obstáculos por el escenario.

   Ahora Donkey también puede agarrarse a superficies que tienen plantas o cadenas para trepar. Esto añade variedad al desarrollo y cambia las mecánicas para esquivar a los peligros.

ESE MASOQUISMO DEL JUGADOR.

   En 'Donkey Kong Country Returns' hay que moverse con virtuosismo y velocidad para no caer o resultar heridos. Por muy buenos que seamos, a medida que el juego avanza perder vidas es habitual y despierta esa siempre desesperante y reconfortante sensación de querer lanzar el mando por la ventana. La satisfacción que transmite el juego al avanzar, pues, es máxima.

   En todo caso, si bien el juego es difícil, regala con demasiada amabilidad vidas. No solo recogemos globos -que hacen las veces de vida- por los niveles sino que podemos comprarlos por monedas -que también recogemos- en la tienda de Cranky (Se dice que el Donkey original de los 80). De esta forma hemos llegado al mundo final de 'Donkey Kong Country Returns' con la friolera de 70 vidas y un par de cientos de monedas ahorradas.

MUCHO QUE RECOGER Y DESBLOQUEAR.

   Todos estos elementos, sumados a las letras de 'Kong', piezas de puzle o plátanos, los encontramos por el escenario. También en fases de bonus, la mayoría de las veces muy ocultas en el escenario. Encontrar todo al 100% es complicadísimo pero también nos recompensa en forma de canciones, imágenes, un modo espejo o incluso un nivel secreto. La primera partida "del tirón" nos lleva aproximadamente unas ocho horas pero es un título altamente rejugable.

   Además de los saltos puros y duros hacemos otras cosas en dos tipos de niveles protagonizados por vagonetas y barriles voladores. Las primeras son unas habituales de la saga. Avanzan solas y nosotros hemos de saltar o agacharnos en el momento adecuado. Son rabiosamente divertidas y toda una prueba para los reflejos.

   Los barriles voladores avanzan de izquierda a derecha y el motor se activa al pulsar el A. El control recuerda a los niveles submarinos de la saga -que en esta entrega no hacen acto de presencia- pero con muchos más obstáculo y mayor velocidad. Todo un reto.

   También nos montamos en animales, aunque ni Enguarde (Pez espada) ni Expresso (Avestruz) hacen acto de presencia. Únicamente nos encontramos con Rambi, el rinoceronte.

   Por último mencionar que podemos superar las fases a dobles simultáneos: uno con Donkey y otro con Diddy, que puede planear y disparar cacahuetes (Ideal para un segundo jugador menos experimentado). No hay 'Game Over' hasta que los mueren y resulta un estupendo añadido.

APARTADO TÉCNICO.

   El apartado visual de este nuevo 'Donkey Kong' mantiene la ambientación del original. Sin embargo, va mucho más allá de lo que fue 'New Super Mario Bros. Wii', con un motor gráfico completamente 3D, a pesar de que el desarrollo no abandona la horizontalidad.

   Las animaciones de los personajes son geniales y el escenario está vivo, con todos los elementos moviéndose constantemente y reaccionando a las acciones de los personajes. Incluso se permite cierto toque "artístico", como niveles donde la puesta de sol convierte todos los elementos en primer plano en siluetas negras.

   El sonido apela directamente a la nostalgia. La inmensa mayoría de los efectos y las melodías forman parte de la BSO de 'Donkey Kong Country'. Un regreso al pasado constante que a los nuevos jugadores les animará la partida y a los viejos les "tocará la patata".

CONCLUSIÓN.

  
Buenos gráficos, genial control, duración aceptable y diversión a raudales. 'Donkey Kong Country Returns' ha traído a Wii todo lo que esperábamos de la obra cumbre de Rare. Bien por Nintendo y bien por Retro Studios, que ha cumplido. Si no fuera por el inconmensurable 'Super Mario Galaxy 2', estaríamos hablando del plataformas del año. Claro, que esto son 2D y no 3D. Ni lo dudes, salta dentro de este barril.

Lo mejor:

- El exquisito control parte de la base de original con ligeros cambios.

- Los gráficos rayan a un gran nivel en Wii.

- La dificultad pone a prueba al jugador.

- Posibilidad de jugar a dobles.

Lo peor:

- Se hace corto, aunque sus muchos secretos invitan y mucho a rejugarlo.

- A pesar de ser difícil, el juego concede demasiadas vidas (¿Cómo podemos llegar al último nivel con 70 vidas?).

Gráficos Los fondos muestra una profundidad rica en detalles que se mueven constantemente. En primer plano todo reacciona al paso de Donkey, que tiene unas animaciones geniales. Muy buenos. 9
Sonido La falta de originalidad de música y efectos sonoros es su principal pega. Aunque siempre con calidad. En todo caso, los neófitos no lo notarán y los veteranos agradecerán el toque de nostalgia. 8
Diversión A los cinco minutos cualquiera puede sentirse un experto a los controles de Donkey pero la dificultad del juego sacará los colores a más de uno (Eso sí, hay muchas vidas). Diversión pura. 9,5
Total DKC Returns no solo es un gran homenaje a la obra original sino que ofrece diversión constante con una dificultad exigente. Imprescindible. 9,2