Periodista Digital - Según la encuesta Durex 2003, el 25% de los españoles ya
utiliza Internet con fines sexuales. ¿Es ésa la tendencia mundial que arrastra
nuestra vida sexual y la de las generaciones venideras? ¿Nos dirigimos hacia un
mañana de placeres electrónicos, digitalizados y robóticos?
Elixir del amor
Escribe Rubén Romero en La Nación que, si se trata de encontrar cifras, el
problema de conocer las tendencias sexuales reside, fundamentalmente, en la
escasez de estadísticas serias. El último macroestudio sobre hábitos sexuales en
los Estados Unidos data de 1999. Según el Journal of the American Medical
Association, el 22% de las mujeres sufría falta de deseo, un 14% tenía
dificultades de excitación y un 7% padecía dolor durante sus relaciones íntimas.
¿Y los hombres? El 5% padecía impotencia; un 5%, falta de deseo, y un 21%,
eyaculación precoz (sobre nuestro país, ver En la Argentina). En España, un
reciente estudio de la Federación Española de Sociedades Sexológicas afirma que
el 34% de la población ha tenido o tiene alguna disfunción sexual.
Y eso es más de un tercio de la población, suficiente porcentaje como para que
el mundo espere con ansiedad la llegada de un elixir del amor (que se pueda
conseguir en Internet, igual que el Viagra).
La peligrosísima combinación éxtasis-Viagra es ya un clásico de los fines de
semana. Uno aumenta el deseo sexual, el otro permite una alegría en el cuerpo
que, de otro modo, tras 48 horas de fiesta ininterrumpida sería complicada de
lograr.
En Estados Unidos o en Francia, este cóctel ha alcanzado tal nivel que ha
triplicado el número de consumidores de Viagra menores de 45 años. Obtener las
drogas sin receta es sencillo: la Web está repleta de pseudofarmacias en las
que, luego de tres preguntas banales, un cibermédico verá en nosotros un claro
síntoma de falta de Viagra.
Pero, junto con los afrodisíacos, el otro gran mito del sexo de estos tiempos es
el que propicia la creación de una media naranja mecánica. En la Ilíada, de
Homero, el dios herrero Hefesto compensaba su falta de atractivos con una
habilidad con el yunque que le permitió fabricar dos robots femeninos. Pero ni
un genio como Homero ni un visionario como Villiers de L’Isle Adam –que en 1886
publicó La Eva futura– pudieron imaginar que la Eva moderna fuera a tener las
curvas de un monitor de computadora.
Román Gubern, catedrático en Ciencias de la Información y autor de El eros
electrónico (Taurus, 2000) y Patologías de la imagen (Anagrama, 2004), dice que
"Internet desarrolla y potencia al máximo una tradición que existía desde la
correspondencia galante del siglo XVIII. Se diseña como un instrumento de
comunicación de los militares y científicos, y sin embargo emerge, sin que nadie
lo haya tenido previsto, una gran masa de Internet roja.
Las personas le han dado un uso distinto del canónico y formal. Ha emergido una
demanda social que revela que no estamos satisfechos, que hay unas inconfesables
necesidades y frustraciones que no afloran".
¿Puede suplantar la imagen al objeto? Dicho de otro modo: ¿un píxel vale más que
206 huesos rodeados de carne? Manuel Manzano, vicepresidente de la Asociación
Estatal de Profesionales de Sexología de España, lo niega: "Como todas las
cosas, Internet no es ni buena ni mala. Los tímidos han conseguido entrar en
contacto con personas con las que de otro modo no hubieran podido. Otros se han
vuelto adictos, como pueden serlo al alcohol o al juego".
Gubern recalca: "La iconofilia se basa en la estimulación visual, que no es
tan poderosa como la olfativa, ya que el olfato es el sentido más arcaico en
todos los mamíferos, y el bulbo olfativo está en la base del cerebro, en la zona
más emocional. Pero he leído que a monos en cautiverio y sexualmente inapetentes
se les han proyectado imágenes de pornografía simiesca para estimularlos y que
ha dado buen resultado".
"El contacto con otra persona es otra dimensión –dice Manzano–. La
sexualidad también supone necesidades psicoafectivas, el sentir que uno puede
ser querido y querer, dar placer a otra persona. Es lo contrario de alguien que
no tiene autoestima. Le permite sentir que se interesa por los demás, que se ve
atractivo."
Y sigue: "Lo más bonito de hacer el amor es entrar en contacto con otra
persona. Enchufarse a una máquina y tener un orgasmo es como el que tiene un
dolor muy fuerte y toma morfina. Le dará una sensación placentera, pero no será
sexo".
Gubern advierte: "Previsiblemente, dentro de cien años, los estímulos
químicos y los entornos eróticos virtuales estarán mucho más perfeccionados y
serán mucho más sofisticados. Podemos imaginar sistemas de masajes mecánicos que
afecten a casi el ciento por ciento de nuestra epidermis, por ejemplo, y cosas
por el estilo. Pero la imaginación erótica no habrá progresado, pues en el
terreno imaginario, desde la pornografía hasta el cine snuff, todas las metas
han sido ya cubiertas".
Nada nuevo bajo el sol. Nada nuevo bajo las sábanas. ¿Tal vez algo nuevo en la
heladera? Hasta ahora, el sexo del futuro se parece bastante al del presente.
Sin embargo, resulta evidente que, con el aumento de la reproducción asistida,
la bíblica unión entre sexo y reproducción se ve encaminada a un irremediable
divorcio. Se ha conseguido extraer esperma de un hombre sin erección
directamente del testículo o del epidídimo.
¿Afectará esto nuestra manera de relacionarnos? Según Manzano, "sólo a las
personas que han utilizado el sexo únicamente como modo para reproducirse o que
tengan fobias físicas". Román Gubern coincide: "Me cuesta imaginar una sociedad
enteramente castrada, pues se recurrirá a los afrodisíacos químicos, mecánicos o
audiovisuales, cosa que ya está ocurriendo".
Cuenta el especialista que hoy lo consultan hombres casados que se autoestimulan
frente a páginas pornográficas; mujeres insatisfechas que buscan Apolos en la
pantalla del monitor. Y repasa que existen páginas hardcore para heterosexuales,
homosexuales, bisexuales, transexuales, transgéneros y metrosexuales, fuera de
toda censura, sin horario de protección al menor y en continuado.
"Pero no todo es embriagarse frente a la computadora y evitar el contacto
real para quedarse en la fascinante virtualidad ("Hay que inyectarse cada día
con fantasías para no morir de realidad", nos decía Ray Bradbury): con las
máquinas llegaron el chat, la teleconferencia y la videocam, en la que una
pareja, a distancia, puede provocarse "a través de la Red". No obstante,
esto que mucha gente critica nos es sumamente útil en el trabajo con los
pacientes, como los fóbicos sexuales y/o sociales", advierte Sapetti.
Por lo cual, ¿podríamos estar hablando de nuevos rituales de cortejo
computacional? "Varones que se hacen pasar por mujeres o viceversa, maridos
celosos que, descubriendo el password de sus esposas, se hacen pasar por
edulcorados seductores para sorprenderlas in fraganti"
"Recuerdo un caso así, dice el especialista, en el que ella coqueteó por el
chat, sin saberlo, con el marido, que, encapuchado en las sombras de un nickname,
ocultaba su identidad. Pero cuando él, o su álter ego, la invitó a salir, ella
le respondió que hasta allí llegaba el juego y que le era fiel al marido".
Pero lo que aquí, como en todas partes, también preocupa a los especialistas
es la venta indiscriminada de productos que, a través de la Web, ofrecen
elixires.
"Adiós a la impotencia: compre sildenafil, tadalafilo y vardenafilo por
Internet, sin pasar por el médico".
Apenas un ejemplo. "¿Quién no ha recibido cientos de estos e-mails que prometen
por la Red soluciones mágicas y misteriosas? –pregunta el sexólogo argentino. He
visto muchos pacientes que compraron Viagra por Internet, con o sin delivery a
domicilio (¡a veces debían ir a buscarlos a departamentos, estaciones de
servicio, bares!), alguna que otra cirugía, bombas de vacío para agrandar el
miembro; métodos orientales, árabes o japoneses para lograr el orgasmo o
aumentar un par de centímetros y levantar la moral de alicaídos varones que hoy
consumen, sólo en la Argentina, más de 12.000.000 anuales de comprimidos de
sildenafil, vardenafilo y tadalafilo; las tres, medicaciones para combatir la
impotencia."
Pero también hay buenas noticias. La computadora ha sido útil hasta el momento
para hacer psicoeducación y educación sexual a través de páginas de divulgación
científica. Cuenta Sapetti como ejemplo que en el sitio www.sexovida.com
recibió, en su consultorio virtual, 44.579 visitas durante 590 días, de diversos
países.
Sobre la base de 16.940 consultas, los especialistas observaron que el 52% de
las preguntas estaba relacionado con disfunciones sexuales masculinas y
femeninas (disfunción eréctil, eyaculación precoz, anorgasmia, deseo sexual
hipoactivo, fobias sexuales, etc.), seguidas por las relacionadas con embarazo y
anticoncepción (29%). En psiquiatría, el 45% de las consultas estaban
relacionadas con la depresión, y a ese tema le seguían los trastornos de
ansiedad.
"Hay miles de consultas de distintos tenores y temáticas, lo que demuestra la
orfandad y el oscurantismo que aún hoy embargan a los seres de este ciberplaneta.
No seremos los médicos quienes nos opongamos a los avances tecnológicos y
cibernéticos; sólo debemos alertar ante la venta y promoción de tratamientos
anónimos o disfrazados tras una imagen falsa de un médico inexistente que hagan
poner en riesgo la salud de los consultantes.
Y algo más: "que las pantallas de los monitores no nos hagan olvidar el
placer de los cuerpos que se tocan, que se acarician, que se besan, que copulan,
que se emocionan en un largo abrazo." |