Agencias -
El "Chavecito", que repite frases revolucionarias, se agotó el viernes del
quiosco donde era vendido en Caracas gracias a compradores impacientes de
asegurarse al menos uno de ellos como regalo para las festividades navideñas.
"Se me acabaron, la demanda es increíble", dijo Douglas Bustamante, de 27 años,
quien vendía los muñecos de unos 50 centímetros en una tienda ubicada dentro de
un gran centro comercial capitalino.
"Gente de todo tipo, chavistas y escualidos (opositores), han comprado. Yo vendí
12 a un funcionario de la embajada americana (estadounidense) el otro día",
relató Bustamante al detallar que ha vendido 600 "Chavecitos".
Los muñecos, fabricados en China, cuestan 60.000 bolívares (unos 28 dólares) y
salieron a la venta hace seis semanas.
"Yo llegué aquí para hacer todo lo humanamente posible para ser útil al pueblo
venezolano", repite el muñeco de Chávez, cuando se hala el cordón en su espalda.
Chávez, un teniente coronel retirado que buscará la reelección en el 2006, ha
dibujado una línea entre partidarios leales y adversarios, quienes ven con
recelo su cercanía con el líder cubano Fidel Castro y sus críticas al gobierno
estadounidense y a la rica "oligarquía" de Venezuela.
Desde que fue electo en 1998 con la promesa de ayudar a los pobres, la
influencia de Chávez sobre los venezolanos ha crecido a pesar que sus opositores
lo acusan de dividir el país en clases y de hacerse cada vez más autoritario. Al
contrario, sus simpatizantes aplauden su programa social.
Pero el presidente "revolucionario" de Venezuela no es el único líder
latinoamericano cuya imagen se ha convertido de alguna forma en un obsequio para
las navidades.
Figuras políticas del pasado y presente, desde el guerrillero argentino Ernesto
"Che" Guevara a Castro, y el último dictador venezolano, el general Marcos Pérez
Jiménez, también aparecen en algunas tiendas como piezas de cerámica, muñecos y
estatuillas talladas en madera.
Incluso hay esculturas de Carlos Andrés Pérez, quien gobernó esta nación
sudamericana en dos ocasiones y era presidente cuando Chávez condujo un
fracasado golpe militar en febrero de 1992.
"De todas las personas representadas aquí, Chávez vende más. La gente compra las
estatuas de Chávez, a veces como broma, para molestar a amigos quienes lo
odian", dijo la dependienta Elizabeth Morais.
Henry Falcón, un profesor jubilado que respalda a Chávez, soltó una carcajada
mientras hurgaba entre marionetas del líder venezolano y del ex dictador iraquí
Saddam Hussein.
"Al parecer, hay algo para todos los gustos aquí", comentó. |