Agencias -
La proximidad de la guerra contra Irak ha cambiado el tono de los Oscar y en vez
de hablarse de quien ganará, se duda de si la ceremonia de esta 75 edición se
celebrará en la fecha prevista.
Al concluir hoy el plazo dado a Irak por el presidente estadounidense, George W.
Bush, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas busca nuevas alternativas
para llevar adelante la fiesta más universal de Hollywood en un momento sombrío.
"Aunque la guerra comenzara
en algún momento de esta semana, tendríamos que esperar y ver cómo transcurre
todo", añadió el director ejecutivo de la academia, Bruce Davis.
Algunas decisiones de última
hora están dando forma a una gala donde, al contrario de otras ediciones, lo que
se quiere es llamar cuanto menos la atención a las lentejuelas y el glamour.
Además de aumentar las
medidas de seguridad en la zona y cerrar al público un área más amplia en los
alrededores del teatro Kodak, donde está prevista la ceremonia del próximo
domingo, Cates anunció que los actos previos de esta velada se verán
"truncados".
Con ello se refirió a la
cancelación de la alfombra roja, que con los años se ha convertido en uno de los
momentos más esperados de la ceremonia, ya que es allí donde se produce el
paseíllo triunfal de las estrellas engalanadas bajo el sol californiano.
A cambio, candidatos e
invitados podrán ir directamente de sus limusinas al llamado "arco de
llegadas", de donde entrarán al teatro evitando las cámaras y las preguntas
de la prensa, así como los gritos de los aficionados.
"Este cambio se hace en
respuesta a la situación crítica que se está viviendo" en el golfo Pérsico,
explicó Cates.
Agregó que los cambios
responden a los deseos expresados por muchos de los candidatos a los Oscar.
Como presidente de la
Academia, Frank Pierson también puntualizó que el monólogo con el que año
tras año comienza la ceremonia está siendo modificado, así como el resto del
guión de esta velada usualmente puntuada con humor y anécdotas cinematográficas.
"Hacer algo lleno de
idiosincrasia o frívolo en una noche en la que nuestro ejército está en un
combate sangriento sería inapropiado", resumió.
Todas estas modificaciones
dejan aún sin respuesta la duda principal que rodea a esta 75 edición de los
Oscar sobre el futuro de su celebración.
Problemas logísticos y
económicos hablan en contra de una cancelación, algo que nunca ha ocurrido en la
historia de los Oscar, o incluso de un retraso en su celebración, algo que ha
ocurrido en tres ocasiones en 75 años.
Tanto la Academia como ABC,
la cadena de televisión encargada de la retransmisión, son conscientes de que el
estallido de la guerra obligará a cortar la publicidad y alternar la ceremonia
con noticias de la guerra o que incluso habrá subtítulos con informaciones
acerca de la marcha del conflicto.
Esta posibilidad también
inquieta a los anunciantes, que han pagado más de 1,3 millones de euros por
treinta segundos en antena durante la retransmisión de los Oscar, uno de los
programas de mayor audiencia, y que verían perdida su inversión, si estalla la
guerra.
Nadie parece querer afrontar una decisión así y entre las escasas soluciones
discutidas está la grabación de este espectáculo en la fecha y la hora prevista,
mientras que su retransmisión se dejaría para un momento más conveniente.
El principal inconveniente
sería el secreto que rodea anualmente el nombre de los ganadores.
"No habría forma de evitar
que no se supiera el resultado de los votos (...) y sería como ver un partido de
fútbol en diferido", lamentó Davis.
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