La firma digital continúa generando enormes expectativas positivas cuatro años
después de su implantación en España, a raiz del Real Decreto-Ley 14/1999 sobre
Firma Electrónica, pendiente de sustitución por el actual Proyecto de Ley de
Firma Electrónica, sometido ahora mismo al trámite de aprobación parlamentaria.
La confirmación de sus potencialidades llegará más pronto o más tarde, según
cual sea el parecer de quien juzgue este tema. En el caso que nos ocupa, tres de
los cuatro ponentes del último debate de Tertulia21, centrado en las "Aplicaciones
prácticas de la firma digital, en la gestión de las pymes", aplaudieron con
entusiasmo las realidades palpables de la rúbrica sin tinta ni papel. Dejaron
solo al cuarto contertulio, que advirtió con vehemencia de todo lo contario, es
decir, de la ausencia de tales realidades. La controversia sobre las
condiciones actuales de desarrollo de la firma digital estuvo servida desde
mucho antes del inicio oficial del debate. La llegada anticipada del público
asistente y la voluntad del impulsor y moderador de Tetulia21, Tomás Cascante,
de entretener su espera y corresponderle con una muestra de atención, dio paso a
un primer escarceo dialéctico entre los dos únicos contertulios presentes en la
mesa hasta este momento: Francisco de Quinto, socio de Piqué Abogados
Asociados, e Ignacio Alamillo, director jurídico de la Agència Catalana
de Certificació (CatCert), perteneciente a la Generalitat de Catalunya.
El abogado y economista, Francisco de Quinto empezó arremetiendo contra
"el frustrado" Real Decreto-Ley 14/1999 de Firma Electrónica, a cuya ineficacia
atribuyó los situación actual de la firma digital, "todavía desconocida para
la gran mayoría de ciudadanos i empresas".
La réplica del letrado de CatCert fue igual de contundente: ni los resultados
del Real Decreto-Ley 14/1999 habían sido nulos, ni tampoco sus cuatro años de
vigencia podían considerarse completamente estériles. Alegó en su defensa que
"en todo este tiempo la Administración Pública, en especial la Agencia
Tributaria, ha hecho una magnífica labor en Internet al amparo de la firma
digital", y aseguró que "el número de declaraciones del IRPF del
ejercicio 2002 presentadas a través de Internet supera los 1,7 millones".
Tras esta polémica inicial, interrumpida con la llegada del resto de ponentes,
el director de Tertulia21, Tomás Cascante, empezó presentando el tema de debate
sobre las "Aplicaciones prácticas de la firma digital, en la gestión de las
pymes" y acto seguido retomó la palabra Ignacio Alamillo, para enumerar algunas
de tales aplicaciones: acceso a concursos de obras públicas, a registros de
bienes inmuebles, a tipo de trámites con la Agencia Tributaria, emisión de
facturas telemáticas, creación de una Sociedad Limitada Nueva Empresa (SLNE) en
24 horas, cambio de padrón municipal, solicitud de patentes y marcas, servicios
de comercio electrónico entre empresas, "e-catàleg" (herramienta de licitación
electrónica de la Generalitat de Catalunya), gestiones bancarias, etc.
Disponibles en su conjunto mediante firma digital reconocida de la Fábrica
Nacional de la Moneda y Timbre, concedida por Ceres (una de las tres únicas
autoridades de certificación españolas capacitadas para ofrecer firma digital
reconocida, junto con Feste y ACE), a partir de setiembre cualquiera de estos u
otros servicios de firma digital podrán empezar a ofrecerlos las empresas
privadas. Según el director jurídico de la Agència Catalana de Certificació,
"será un buen momento para aprovechar las ventajas de la firma electrónica,
puesto que bastará con disponer de navegador y encriptador (sea de correo
electrónico o bien de páginas de texto en formato word, pdf, etc.) para utilizar
la certificación digital".
Facilidad y utilidad
Facilidad y utilidad resumen a la perfección los dos principales retos a los que
se enfrenta el uso masivo de la firma digital y, desde luego, las Cámaras de
Comercio son las primeras interesadas en que tales ventajas no pasen
desapercibidas a las empresas. Para despejar toda sombra de duda, Elisabeth
Lynch, responsable de Innovación y Promoción de Servicios de la Cambra de Comerç
de Barcelona, incidió de lleno en el uso de la firma electrónica entre empresas
"como uno de los elementos de mayor aplicación práctica del Proyecto de Ley
de Firma Electrónica, ya que aportará seguridad en las transacciones que se
realicen mediante el simple intercambio de correos electrónicos debidamente
encriptados con sistema de certificación". Aludió, en concreto, a Camerfirma
(certificado electrónico utilizado por las Cámaras de Comercio españolas),
amparado por el proyecto europeo Chambersign, en el que participan también
Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Italia, Luxemburgo, Reino Unido y
Suecia, y destacó su valor añadido, derivado del hecho que permite a los
sistemas de certificación nacionales debidamente homologados operar bajo una
marca paneuropea cameral común, ampliando así su ámbito de validez.
Para que, además de fácil y útil, la firma digital resulte imprescindible a
cualquier usuario, Jordi Buch, director de Marketing de Producto de
Safelayer, subrayó la enorme eficacia y el ahorro de costes y tiempo que
permite, y entró de lleno en las funciones esenciales de la firma digital:
acreditación e identificación de las partes, confidencialidad y privacidad de
las mismas, autentificación de los contenidos y garantía de no repudio,
entendida como la imposibilidad de que ninguna de las partes pueda negar haber
enviado o recibido el mensaje.
Ya en la recta final del primer turno de intervenciones, la última ponencia, a
cargo de Francisco de Quinto, socio de Piqué Abogados Asociados, confirmó el
marcado acento crítico de su intervención inicial, que resultó premonitoria. El
abogado y economista especializado en nuevas tecnologías trazó un perfil muy
negativo de la situación actual de la firma digital, amparado en los sucesivos
fracasos de distintos proyectos, de los cuales los más recientes son:
"e-notario" y la Sociedad Limitada Nueva Empresa (SLNE). Asimismo, para enfriar
todavía más los ánimos de sus compañeros advirtió que, sin duda, el número de
declaraciones del IRPF tramitadas por la Agencia Tributaria a través de Internet
involucra a un número sensiblemente menor de 1.700.000 contribuyentes, teniendo
en cuenta que un gran número de ellos lo hace a través de gestores y asesores.
Aún sin llegar a mostrarse totalmente escéptico sobre las posibilidades futuras
de la firma digital, concluyó diciendo que "el juguete puede que sirva pero
de momento casi nadie sabe jugar con él".
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