La bacteria "acidithiobacillus thioxidans" se utiliza en la metalurgia del cobre
y oro, pero hasta ahora no había sido aprovechada para eliminar pilas, dijo al
diario Gustavo Curutchet, biotecnólogo de la Universidad Nacional de San Martín,
localidad cercana a la capital argentina.
El equipo que dirige Curutchet ha diseñado un reactor bacteriano experimental en
el que se alimenta a la bacteria con azufre para que lo transforme en ácido
sulfúrico y otros químicos llamados politionatos.
Las pilas alcalinas, por ahora las únicas que puede destruir el sistema, se
sumergen "en ese caldo de ácido sulfúrico que las disuelve por completo".
El siguiente paso es aislar mediante electrólisis y recuperar los metales que
contenían las pilas -zinc y manganeso si son verdaderamente alcalinas- que
"eventualmente pueden reutilizarse y en todo caso no pasan al medio ambiente",
dijo Curutchet.
El prototipo de reactor bacterial está "funcionando a pleno" y sus diseñadores
creen que su método puede aplicarse a gran escala para beneficio de la
comunidad.
"Nuestros reactores son de bajo impacto ambiental, seguros y el proceso no
resulta caro", señaló Curutchet.
Este investigador, al igual que Horacio Corti, fundador de un proyecto
denominado "Megapilas", también dirigido a resolver qué hacer con las pilas
después que se agotan, considera preocupante que Argentina carezca de una
legislación específica sobre el tema y que no exista tampoco un eficiente
circuito de reciclaje.
El mayor peligro está en las pilas falsamente alcalinas que se venden sin
control y que contienen mercurio, y en las baterías a base de níquel y cadmio,
señalaron ambos.
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