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Destacamos |
• Según la consultora Krauthammer International, el 70 %
de los directivos no se ven como líderes
• Los líderes y los directivos tienen opiniones diferentes sobre lo que
necesitan los líderes actuales
• Un 47% de los altos ejecutivos se muestran poco proclives a recibir y
a procesar el feedback procedente de sus colaboradores
• El 44% de las empresas encuestadas no cuentan con un programa de
liderazgo claro y definido |
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El objetivo del estudio era conocer su visión personal sobre
diferentes asuntos que en conjunto muestran una visión general del término
liderazgo. Las preguntas son: las cuestiones clave a las que se enfrentaba su
compañía; en qué áreas necesitaban coaching su primer ejecutivo; qué tipo de
programas de desarrollo proponían; cómo definirían a un líder; si ellos mismos
se veían como líderes o pensaban que tenían el potencial suficiente para serlo;
y, en caso de que tuvieran ese potencial, qué apoyo recibían del entorno
corporativo. Finalmente, se les preguntó por la frecuencia con la que
actualmente pedían feedback los máximos ejecutivos, puesto que en la primera
etapa de la investigación se habían lamentado de su escasez.
Prioridades estratégicasDesde el prisma de las
prioridades estratégicas, aparecieron seis asuntos en la primera investigación
realizada a los ejecutivos senior. De ellos, sólo dos podrían ser traducidos a
objetivos de negocio cuantificables: la mejora de la cohesión global y la
reducción de la complejidad de la organización.
Los otros valores considerados críticos son de naturaleza ‘soft’: mejora de la
comunicación interna y externa de la empresa, cumplimiento de las expectativas
de carrera de los escasos talentos de gran potencial, atracción de nuevos
talentos capaces de sostener la organización a largo plazo y fomento del
desarrollo de los actuales miembros directivos. En definitiva, de estos valores
soft dependería el éxito o el fracaso de una empresa.
Cuando se pidió a los directivos participantes en la encuesta ordenar por orden
de importancia las metas a largo plazo, situaron en primer lugar la mejora de la
comunicación interna y externa de la organización con un 4.2, en una escala del
1 al 5. Inmediatamente después, señalaron la puesta a punto de las rutas de
desarrollo directivo con 4 puntos, seguida, a poca distancia, por la creación de
oportunidades para desarrollar el talento (3.8 puntos) y la capacidad para
involucrar a ese talento (3.7). Sólo después llega el momento para conseguir las
metas estratégicas más ‘familiares’: la construcción de una red verdaderamente
global (3.4) y la garantía de transparencia de la organización (3.3).
El CEO al desnudo
Los líderes actuales deben ser capaces de pensar y de actuar
de manera diferente. En el entorno volátil en el que vivimos, hace tiempo que
los principios empresariales que persiguen sólo el beneficio económico han
resultado poco adecuados. Una organización no puede seguir guiándose sólo por la
dinamización de su cashflow y por la mejora de su capacidad para generar
beneficios; dado que los valores intangibles cobran cada vez más importancia en
las cuentas de resultados. Los factores de éxito, consecuentemente, han
cambiado.
Movilización
Resulta vital para el pulso competitivo de una empresa
moderna tener la capacidad de movilizar eficazmente el potencial de sus
empleados con talento: inspirarles ideas y acciones que distingan la
organización de la competencia. Esto sólo es posible cuando el mundo exterior
tiene una imagen positiva y real de lo que esa organización (y su gama de
productos o servicios) representa. La necesidad de este cambio de objetivos está
claramente presente.
Carencias
También se les preguntó en qué medida el máximo ejecutivo es
consciente de sus carencias. En este punto, se produce un cambio en las
principales áreas: habilidades de liderazgo y gestión; impacto personal;
inteligencia estratégica, comportamental y emocional; y consecución y
mantenimiento del talento. Las compañías encuestadas se encuentran en diferentes
fases de madurez: el 45% de estas empresas tienen 50 años o más. También existen
diferencias de tamaño en cuanto a número de empleados: el 39% tiene 1.000 o más
empleados.
La diferencia más obvia entre las necesidades halladas y las que el CEO cree que
tiene se refiere a las habilidades de liderazgo y gestión (ver cuadros). Lo que
más se necesitaba era coaching en escuchar, ofrecer feedback, recompensar o
felicitar. La investigación muestra, de acuerdo con los participantes, que los
primeros ejecutivos son poco conscientes de ello (o incluso nada en absoluto).
Problemas similares aparecen en las áreas de ‘la delegación y empowerment’ y en
la de ‘gestionar situaciones críticas’. Sobre estos puntos, sin embargo, los
máximos ejecutivos se muestran más conscientes, algo que ya se manifestaba en la
investigación inicial conducida por Krauthammer a entre los ejecutivos senior.
¿En qué medida cree usted que los máximos ejecutivos
necesitan coaching? Y ¿son conscientes de esa necesidad?
Cuidar el talento
Otro de los puntos en el que máximos ejecutivos necesitan
mejorar es en el de atraer y mantener el talento. La investigación muestra que,
al menos para los empleados y colegas, los CEO no conocen demasiado las
necesidades sociológicas de las nuevas generaciones. La situación es incluso
peor porque además, no son apenas conscientes de esta carencia. Una consecuencia
lógica es que, según los participantes, los máximos ejecutivos desconocen qué
hay que hacer para mantener el talento (joven) dentro de la empresa. Y, de
nuevo, los CEO no perciben esta deficiencia como algo importante. O, al menos,
si lo hacen, no son capaces de trasmitirlo a sus empleados.
Inteligencia social
Un resultado adicional interesante es que los máximos
ejecutivos presentan deficiencias importantes en el capítulo relativo a la
inteligencia social y emocional. Hacer negocios a escala global requiere una
serie de habilidades para amoldarse a muchas comunidades culturales diferentes.
Además, los participantes en el estudio sostienen que no sólo los máximos
ejecutivos no están suficientemente equipados para llevar a cabo estos negocios,
sino que tampoco reconocen sus carencias.
Gestionar el cambio
Los CEO también necesitan coaching en el área de gestión del
cambio, en opinión de sus empleados. Sin embargo, en este caso, los máximos
ejecutivos son más conscientes de sus necesidades que en otros, tal vez porque
liderar los cambios es una necesidad tan dolorosa, como compleja y presente hoy
en día. La tarea no es fácil, y menos hacerla de manera continuada. Los niveles
más altos de ejecutivos presentan una capacidad muy pobre para recibir y
procesar el feedback de sus equipos.
Feedback
Cuando se pregunta a los directivos de menos nivel con qué
frecuencia sus jefes más altos buscan feedback, un escaso 14% indica que sus
superiores siempre están interesados en ello. Casi la mitad (47%) afirma que
“algunas veces”, un 32% “muy raramente” y un 7%, sin duda frustrado, confiesa
que nadie se interesa nunca por sus opiniones y sentimientos. En los casos,
relativamente escasos, en los que los intercambios de feedback tienen lugar, esa
retroalimentación se reconoce y sirve para emprender alguna acción en sólo el
42% de ellos. Una cuarta parte de los encuestados (26%) indicó que el feedback
era más o menos reconocido en su organización pero que no daba paso a ninguna
iniciativa. El cuarto restante dijo que no llegaban las respuestas de los
eslabones más bajos de su compañía (15%) o que el intercambio no se reconoce ni
se alienta (10%).
¿Hasta qué punto está de acuerdo con las siguientes ideas sobre liderazgo?
¿Directivo = Líder?
En vista de estos resultados, no debe sorprender que las necesidades de un líder
sean también cambiantes. Un hallazgo sorprendente de la encuesta es que un 62%
está de acuerdo con la afirmación de que un buen líder no es necesariamente un
buen directivo. Casi un 77% siente que un directivo senior debe ser un líder, y
la mitad de los encuestados considera que no siempre es presumible que un buen
directivo sea un buen líder. Al mismo tiempo, descubrimos que la gente tiende a
mantener una imagen clásica de liderazgo. Sólo el 19% está de acuerdo en que los
directivos construyen por definición, y que los líderes se ocupan en desmontar
procesos e ideas ya existentes.
Construyendo líderes
Por extraño que resulte, parece que la correspondencia entre las expectativas y
la propia imagen de muchos directivos y líderes no encaja. Menos de un tercio,
el 30%, de los encuestados con categoría de directivos se ven a sí mismos como
futuros líderes. No todos los que actualmente son líderes creen que lo seguirán
siendo: el 70% se ve a sí mismo de líder en el futuro y hay que suponer que el
otro 30% no. Y, lo que es más, muchas organizaciones todavía no han allanado el
camino para que sus directivos consigan el título de líder.
Menos de la mitad de las empresas e instituciones representadas en el estudio
ofrecen programas de desarrollo enfocados al liderazgo: el 44% no tiene ningún
programa y un 11% de los participantes no se considera capacitado para
responder. Y, todavía resultan más interesantes las respuestas a la pregunta
sobre qué tipo de programas de liderazgo serían necesarios. El 31% opina que los
programas de training y coaching deberían enfocarse, en primera instancia, hacia
los aspectos del comportamiento y la definición del liderazgo: por ejemplo, qué
debería hacer un líder ejemplar o cómo expresar con su comunicación no verbal
que él o ella agradecen el feedback. Un grupo bastante amplio, un 36%, piensa
que idealmente un buen programa de liderazgo debería ofrecer una mezcla
equilibrada de conocimiento cognitivo y comportamental, mientras que un grupo
más conservador (15%), considera que debe prevalecer la transmisión de
conocimientos.
¿Qué tipo de programas de desarrollo necesitan los altos ejecutivos?
Como conclusión, para Adolfo García, Director General de Krauthammer
International, ”la visión de liderazgo se está desarrollando gradualmente. El
mundo exterior y aquellos que se encuentran más cerca de los ejecutivos están
cambiando rápidamente las expectativas que un líder carismático debe satisfacer.
Más sorprendente quizá es la conclusión de que, al menos a ojos de sus
empleados, se necesitan cambios urgentes en la mentalidad de los primeros
ejecutivos antes de que puedan ser calificados, de manera justificada, como
líderes”.
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