Este otoño, los aburridos jóvenes hijos de millonarios han tomado por sorpresa
las pantallas para mostrar a los espectadores estadounidenses su desenfreno y,
de paso, en opinión de la mayoría de los críticos televisivos, una abrumadora
falta de sentido del ridículo. En "Niñas ricas", un "reality show" de la cadena
MTV, la joven Ally Hilfiger
(hija del diseñador de ropa Tommy Hilfiger) despilfarra dinero con las tarjetas
de crédito de su famoso padre y expresa su preocupación por los "plebeyos"
neoyorquinos, entre otros los vendedores de la marca de lujo Prada.
Mientras, en la serie de la cadena Fox llamada "La vida sencilla"
Paris Hilton
(heredera de 22 años del imperio de los hoteles Hilton y coprotagonista de un
vídeo semipornográfico que circula estos días por Internet) pasa un mes en una
granja del estado de Arkansas junto con Nicole Richie, hija del cantante
Lionel
Richie.En la serie, que se estrena a principios de diciembre, las dos jóvenes aparecen
como urbanitas un tanto degeneradas y totalmente fuera de sitio entre patos,
pollos, tractores y agricultores que se burlan de ellas.
Ambas series suceden al documental de la cadena de pago HBO titulado "Nacido
rico", cuyo último capítulo se emite este fin de semana.En "Nacido rico", Jamie Johnson, el heredero de 24 años del imperio farmacéutico
Johnson & Johnson, coloca ante las cámaras a acaudalados contemporáneos con
apellidos como Trump, Newhouse, Bloomberg, Vanderbilt
o Whitney, y consigue que
abran su mundo para dejar atónicos a los espectadores con sus excesos y, en
múltiples ocasiones, estupidez manifiesta.
Johnson, por ejemplo, entrevista en un campo de juego de polo de Palm Beach a la
hija de Michael Bloomberg, el magnate de la comunicación y alcalde de Nueva York.
En la entrevista, ésta asegura que "tener el apellido Bloomberg no me ha ayudado
para nada. Es una gran desventaja".Mientras, Cody Franchetti, heredero de un imperio textil, aclara que no tiene
ningún sentimiento de culpa por tener tanto y otros tan poco: "La culpa es de
idiotas. Es algo para mujeres viejas y monjas". La culpa es lo que llevó a Johnson a grabar este documental, según ha dicho en
varias entrevistas.
"Tener miedo a hablar de dinero en una sociedad que busca la riqueza es una
extraña paradoja. ¿Por qué no afrontar las realidades de tu cultura honrada y
justamente?", señala Johnson.En las tres series, los protagonistas hacen gala de su fortuna, algo bueno a
juicio del columnista del diario The New York Times Frank Rich, quien, en un
artículo reciente, alababa el hecho de que estos jóvenes no escondan lo que son
y no caigan en el "falso populismo del que se aprovechan tantos políticos".
Rich señala que el exhibicionismo de estas series es "menos ridículo que el afán
de los pudientes en disfrazarse de campesinos para hacer campaña entre las reses
de Iowa", en referencia a los candidatos a la Presidencia de EEUU a los que
interesa camuflar, para conseguir votos, las fortunas familiares, como John
Kerry o Howard Dean."Por lo menos Hilton no quiere gobernar el país, o no de momento",
añade el
autor.
Rich, no obstante, cree que los tres programas parten de idéntica premisa:
aprovecharse de una audiencia deseosa de meter el ojo en lo que llama "el
espectáculo, al completo, de los corruptos ricos comportándose como cerdos"
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