Los mejor situados fueron unos 300 privilegiados, en su
mayoría científicos y astrónomos aficionados, que embarcaron en un Boeing 747
especialmente fletado desde Melbourne para la ocasión.
Los pasajeros, venidos de distintas partes del mundo, pagaron
8.640 dólares para ocupar los mejores lugares, cerca de las ventanillas. Desde
sus asientos por encima de las nubes, pudieron admirar el suntuoso espectáculo
de la Luna ocultando al Sol a 04H40 del lunes (22H40 GMT del domingo).
Andrew Klekociuk, científico australiano especialista de la
Antártida, que realizó este vuelo, indicó que el último eclipse total de Sol
sobre el Polo Sur remontaba a 1985, pero que nadie lo había visto.
La compañía chilena Lan Chile fletó también un avión, un 340,
desde Punta Arenas, para una expedición especial sobre el Polo Sur.
Por su lado, un centenar de turistas, algunos de los cuales
pagaron hasta 36.000 dólares, embarcaron a principios de mes en Sudáfrica en un
antiguo rompehielos soviético que ancló en la base rusa de Mirny, la mejor
situada, según los especialistas, para observar el fenómeno.
Bob Jones, científico que trabaja en Davis, base australiana
en la Antártida, recorrió seis kilómetros por el mar de hielo para disponer de
un buen lugar desde el cual observar el eclipse.
"Había algunas nubes altas, pero la vista era buena y
pudimos ver el eclipse claramente", declaró Jones a la AFP.
"Al empezar el eclipse, se encontraba aproximadamente a 6
grados sobre la línea del horizonte. Después subió a 10 grados y estaba un poco
más alto de lo que yo hubiera creído", dijo.
"En el momento del eclipse total, es decir 98,5% visto desde
aquí, nos cubrió la oscuridad, cuando aquí todo es blanco. Pero todo pareció
realmente volverse cada vez más oscuro", agregó Bob Jones.
El científico explicó que, junto con sus colegas, observó los
efectos del eclipse sobre la puesta y la incubación de las hembras pingüinos.
"No provocó ningún cambio notable en su compartimiento. No
parecían ni más agitadas ni más inquietas", precisó.
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