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Agencias . El voto público podría ser el siguiente servicio
ofrecido por la Administración española a través de Internet. Así por lo menos
lo cree la Fundación Auna, que ha trasladado a la Comisión de la Sociedad de la
Información y el Conocimiento del Senado un informe titulado "eDemocracia, una
perspectiva de EE.UU. y Europa", que analiza las experiencias pioneras que ya se
han llevado a cabo en ambos continentes, así como los puntos claves de esta
iniciativa.
Este nuevo informe analiza, además, los problemas de
acceso y la "brecha digital", los distintos sistemas de voto electrónico, los
problemas de seguridad informática, la protección del secreto del voto o la
agilización de las relaciones ciudadano-Estado, entre otras cuestiones.
Para Fernando Ballestero, director general de la Fundación Auna, la "eDemocracia"
es algo más que el voto electrónico, "es un nuevo campo de trabajo para el
desarrollo de la Sociedad de la Información, el gran proceso de cambio que está
sufriendo el mundo. Debemos conocer las experiencias de otros países para situar
a España en la vanguardia de la nueva Era".
El origen del voto "online" se sitúa en Arizona (EE.UU.), en las elecciones
primarias que en marzo de 2000 organizó el partido demócrata y que han sido
considerados los primeros comicios vinculantes por Internet. Cerca de 40.000
votantes registrados pertinentemente aprovecharon la oportunidad de depositar
sus papeletas para la nominación presidencial a través de la Red.
Posteriormente, la "eDemocracia" fue impulsada por los estados de California o
Kansas; por ciudades europeas como Amsterdam, Bruselas, Florencia o Atenas; y
por municipios españoles como Sopelana, en el País Vasco; Aranda de Duero, en
Castilla y León; o Jun, en Andalucía. Junto a ellos, las últimas elecciones
autonómicas a la Generalitat de Cataluña introdujeron, como novedad, la
posibilidad para los catalanes no residentes en la comunidad autónoma de
depositar su voto por Internet. O el caso, mucho más singular, de la localidad
abulense de Hoyo de Pinares, cuyos habitantes votaron electrónicamente para
decidir en qué día se debía celebrar la romería en honor a su patrona, la Virgen
de Navaserrada.
Todas estas experiencias han demostrado, para los partidarios del voto
electrónico, su sobrada eficacia. Los mismos "entusiastas" que auguran que este
método terminaría con las colas en los colegios electorales, facilitaría el
acceso a las urnas de personas con discapacidad física y permitiría a los países
contar los votos de los ausentes en tiempo real.
Detractores
Los críticos del "e-voto", sin embargo, consideran que esta práctica ahondaría
en la "brecha digital" de forma que sólo los "conectados" resultarían
beneficiados por el método, a lo que se sumaría el efecto de que los votantes
"online" tendrían mucha más influencia en el resultado final de las elecciones.
Por otra parte, si la integridad del proceso electoral es fundamental en una
sociedad democrática, ésta quedaría vulnerada con el uso de la Red, dicen sus
detractores, por posibles ataques de virus informáticos o por la manipulación
que los "hackers" harían de los votos a su antojo. En relación con esta falta de
seguridad, señalan también como su principal obstáculo la correspondiente falta
de privacidad del voto.
Por último, los críticos se preguntan si la capacidad de votar por Internet
mermaría el número de votantes y si éstos dominarían lo suficiente las nuevas
tecnologías como para no equivocarse en su elección.
Así, las discrepancias entre ambos sectores se resumen en su
mirada hacia el futuro: mientras unos auguran que la implantación de las
tecnologías de la información en el proceso electoral es una realidad inminente;
otros creen que primará el aspecto sociológico y la ciudadanía no estará
dispuesta a renunciar al «rito» electoral y no sustituirá un acto físico de
participación cívica por un acto virtual. El tiempo dictará sentencia.
Por el momento, el próximo 14 de marzo seguiremos depositando
nuestro voto de la manera tradicional, utilizando las papeletas impresas y las
urnas de cristal. La implantación del voto electrónico, en España y otros
países, aún queda lejos.
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