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El proyecto, cuyo presupuesto inicial asciende a un millón de
euros, es fruto del acuerdo suscrito en el 2003 entre las autoridades
norcoreanas y la compañía alemana, KCC Europe, propiedad del banquero,
Jan Holtermann. Esta iniciativa es obra de Kim Jong-il, un enamorado de las
nuevas tecnologías y que se ha propuesto abrir su país al mundo exterior tras
más de 50 años de aislamiento, informó hoy a EFE "Korean Business Consultants"
(KBC), la principal agencia de asesoría a inversores en Corea del Norte.
Holtermann, que tuvo que superar una dura competencia por
parte de empresas chinas, utilizará un software especial con filtros censores
-tecnología similar a la existente en China y Cuba-, y no espera obtener un gran
margen de beneficio en los primeros años.
"Las autoridades norcoreanos serán muy selectivas a la
hora de conceder acceso a Internet", señaló el empresario alemán, que
trabajó como asesor del Gobierno norcoreano en su embajada en Berlín.
Al parecer, únicamente una clase privilegiada de funcionarios
norcoreanos podrá acceder a información en la red y lo mismo puede decirse del
correo electrónico, por lo que "este es un proyecto de futuro, que requiere
unas grandes dosis de paciencia asiática", añadió. Corea del Norte, país
conocido desde tiempo inmemorial como el "Reino Ermitaño", ha sido
tradicionalmente un coto cerrado para los internautas, ya que la red de páginas
web con el dominio .kp (el asignado a Pyongyang) es casi inaccesible.
En la actualidad, el acceso a la red es un sueño imposible
para los 23 millones de norcoreanos, ya que el régimen estalinista teme la
contaminación de su población con la "violencia y degeneración moral"
occidental. Aunque, Pyongyang anunció el lanzamiento de un servicio de correo
electrónico utilizable por ciudadanos de todo el mundo el pasado diciembre, por
el momento sólo el departamento de Turismo norcoreano disfruta de este
privilegio. Además, Estados Unidos mantiene un embargo a Corea del Norte en lo
referente a importación de hardware, lo que ha contribuido a la obsolescencia de
los equipos informáticos norcoreanos.
Con todo, Kim Jong-il se ha propuesto instruir a su pueblo,
aunque sea en los más simples rudimentos de la red de Internet, hasta el punto
de convertir la informática en una asignatura obligatoria en la escuela, la
Universidad y el Ejército. "Informatizaré todo el país", proclamó recientemente
Kim, que aprovechó la visita secreta a China en enero del 2001 para visitar
laboratorios informáticos, fábricas de computadoras y empresas de alta
tecnología. Además de instalar equipos informáticos en todos los departamentos
del Gobierno, unidades del Ejército y cooperativas agrícolas, Corea del Norte
organizó en abril pasado una feria en Pekín para promocionar su software.
La corporación surcoreana Samsung Electronics, que
suministra ordenadores a Corea del Norte desde hace más de tres años y es una de
las puntas de lanza de la ansiada reunificación, cuenta con varios proyectos de
desarrollo de software para motores de búsqueda en Internet en este país. China,
que prometió recientemente 50 millones de dólares en inversiones en este país a
cambio de su retorno a la mesa de negociaciones sobre la crisis nuclear, es el
único país donde existe un enlace por Internet con páginas web de Corea del
Norte.
Según turistas occidentales, en Pyongyang hay sólo un
cibercafé, aunque este podría ser un establecimiento puramente decorativo, dada
la ausencia de conexión con la red.
Kim Jong-il incluso pidió a la secretaria de Estado
norteamericana, Madeleine Albright, su dirección de correo electrónico tras la
entrevista mantenida por ambos en Pyongyang en noviembre del año 2000. En Corea
del Norte, país donde la televisión y radio públicas están férreamente
controladas por los aparatos de propaganda, la población apenas recibe
información del exterior. Con el objetivo de superar las secuelas de la hambruna
sufrida a mediados de los años 90, las autoridades han emprendido en los últimos
tiempos tímidas reformas liberales, con medidas como la desaparición de las
cartillas de racionamiento.
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