GANO ZAPATERO
El PSOE se impone con claridad al PP y da un vuelco electoral en unos
comicios marcados por la matanza del 11-M
Los socialistas podrán gobernar cómodamente y
elegir como socios a la izquierda o los nacionalistas
Artículo de Luis María Anson: «Normalidad
democrática»
EDITORIAL «Rodríguez
Zapatero, Presidente»
En democracia, las urnas son la máxima expresión de la
voluntad popular. Ayer, los ciudadanos de España dieron su voto mayoritario
al Partido Socialista Obrero Español y a su candidato José Luis Rodríguez
Zapatero. No hay ningún «pero» que oponer a la decisión de los ciudadanos y
sí trasmitir la felicitación al partido ganador de unas elecciones que,
aunque marcadas por el terrible atentado del día 11 en Madrid, o
precisamente por ello, han sido un ejemplo de convivencia democrática, de
participación y de respuesta serena al terrorismo.
Es, sin embargo, oportuno hacer algunas consideraciones sobre el vuelco
electoral que ha supuesto la victoria de Rodríguez Zapatero. Porque en los
tres días dramáticos que han sucedido al zarpazo del terror en Madrid, el
PSOE ha conseguido recuperar y movilizar el voto de la izquierda, que en
las últimas elecciones generales se había quedado en casa (..)
La percepción de muchos de los votantes de que José María Aznar nos había
comprometido en una guerra injusta en Iraq en estrecha alianza con los
Estados Unidos, unida a la matanza de Madrid, ha sido un factor decisivo.
El PP, y especialmente el presidente del Gobierno saliente, no ha sido
capaz de hacer llegar a la opinión pública las razones de una política
exterior que no era compartida por un buen número de votantes y que, a su
juicio, se ha revelado errónea y causa de trágicas consecuencias.
Derrota popular
Esa percepción de la realidad, que ya había dado los primeros signos claros
en las pasadas elecciones municipales, se ha visto, además, acentuada por
la equivocación en el tratamiento informativo de la tragedia. La
insistencia en señalar a ETA como autora de la matanza, cuando los primeros
indicios ya apuntaban en otra dirección, llevó al ánimo lógicamente
alterado de muchos votantes la sensación de que el partido en el poder
manipulaba la tragedia. Nada más lejos de la realidad, puesto que los
representantes del Gobierno facilitaron la información decisiva antes de
las elecciones. Pero fue una baza, la de la desconfianza, que utilizada por
la oposición ha tenido efectos demoledores para el candidato popular.
Confiado en unos sondeos electorales que la auguraban, al menos, una cómoda
mayoría, Mariano Rajoy había planteado una campaña de perfil bajo, que
evitara la confrontación directa que, en circustancias normales, siempre
beneficia al candidato opositor. Pero la irrupción trágica del terrorismo
islámico, sin tiempo para reaccionar, suponía un cambio drástico en las
consideraciones de la situación política por parte de los electores. Ni la
buena marcha de la economía, ni los buenos resultados de la lucha contra el
terrorismo etarra, ni las últimas contradicciones del programa socialista
han pesado más en la balanza. (..) |