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El uso de cámaras ocultas y la grabación de sonido a través
de dispositivos especiales para sordos en las salas cinematográficas han
permitido a los piratas de películas obtener copias de muy buena calidad.
De convertirse finalmente en ley, el proyecto permitiría a los dueños de las
salas colocar letreros en sus locales en los que se advierta que grabar una
película en el cine constituye un delito federal. También proporcionaría a la
Policía una ley precisa para acusar a un infractor.
Dicha normativa aumentaría también las condenas por distribuir copias de una
obra determinada antes de que el dueño de la patente haya sacado su producto al
mercado. Así, el colocar intencionadamente una copia de una obra comercial en
una red pública de ordenadores sería un delito castigable con hasta tres años de
cárcel.
El Departamento de Aduanas de EE.UU. considera que los grupos "warez",
compuestos por expertos en tecnología y empleados de la industria
cinematográfica y musical, son responsables del 95% del material pirata
disponible en la Red.
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