El Departamento de Energía anuncia el miércoles los planes
para construir la supermáquina en el estado de Tennessee. Tres empresas privadas
participarán en la empresa.
La supercomputadora, que será ensamblada en el laboratorio Oak Ridge National,
contará con ayuda federal de 50 millones de dólares durante los primeros dos
años. Si es exitosa, la máquina sobrepasará a una computadora japonesa.
Aunque Estados Unidos cuenta con nueve de las 10 computadoras más rápidas en el
mundo, según Top500 Project, una asociación que sigue el rastro de las
supercomputadoras, funcionarios estadounidenses temen que los científicos de su
país estén perdiendo terreno en la tecnología de alta velocidad informática.
``A pesar del poderío informático, estamos viendo como otros países están
trabajando para adquirir un liderazgo'', dijo el secretario de Energía
Spencer Abraham, quien agregó que la nueva computadora de Japón representa
``una nueva era informática'' a la que Estados Unidos se debe unir.
Las computadoras superrápidas son consideradas esenciales en el mundo de la
investigación científica, desde el análisis del clima hasta el desarrollo de la
fusión energética, dijeron funcionarios.
Los científicos tratarán de construir una computadora que sea capaz de realizar
50 mil billones de cálculos por segundo en una base constante. La computadora
japonesa NEC, construida en el 2002, realiza 36 mil billones de cálculos por
segundo.
Abraham dijo que el desarrollo de la nueva computadora será ``crítico para la
competitividad de nuestra nación''.
En el proyecto DOE participarán las empresas Cray Corp., IBM Corp. y Silicon
Graphics Inc.
La aparición de la computadora japonesa generó gran alarma entre los
funcionarios de Estados Unidos, por las consecuencias en la competitividad del
país.
Las computadoras superrápidas no sólo resuelven complicadas ecuaciones. También
permiten ejecutar simulaciones sofisticadas que permiten descubrimientos
científicos, además de otras cosas.
El laboratorio de Oak Ridge fue escogido por encima de otros cuatro finalistas:
el laboratorio nacional de Lawrence Berkeley en California, el de Brookhaven en
Nueva York y el de Stanford, en California.
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