La Cámara de Representantes contaba el año pasado con 123
millonarios, casi 30 por ciento de sus integrantes. En el Senado esa proporción
es similar, con unos 30 que cuentan con al menos un millón de dólares, según un
informe sobre los bienes e ingresos de los parlamentarios en el 2003 divulgado
la semana pasada, según informó AP.
En contraste con este cuadro, la población estadounidense
tiene menos de uno por ciento de millonarios.
Esa concentración de riqueza en el Capitolio es consecuencia de que
''senadores y representantes ejercen profesiones liberales, especialmente la
abogacía, o provienen de las mejores empresas'', declaró Thomas Mann, un
experto en el Congreso de la Institución Brookings.
Por otra parte, la cifra sideral de fondos que requieren las elecciones en
grandes estados densamente poblados como Nueva York o California ''lleva a los
partidos políticos a buscar candidatos capaces de autofinanciar, al menos en
parte, su campaña'', agregó.
El caso más conocido es el de Jon Corzine, ex presidente de la firma
Wall Street Goldman Sachs. Corzine gastó de su bolsillo la suma récord de
$60 millones para lograr su escaño de senador por Nueva Jersey en el 2000,
expresó el historiador R. Allan Baker.
Bill Frist, jefe de la mayoría republicana del Senado, es un cirujano
especializado en trasplantes cardíacos y disponía en el 2003 de una fortuna de
casi $45 millones.
Su rival, el líder de la minoría democráta, senador Tom Daschle, del
estado de Dakota del Sur, declaró en 2003 activos inferiores al millón de
dólares, además de su salario anual de $117,900 de legislador, cantidad similar
a la que percibe Frist. Sin embargo, otros demócratas del Senado son mucho más
ricos que sus pares republicanos. Se trata de legisladores que vienen de
familias adineradas, como Ted Kennedy, quien cuenta con $45 millones; y
John Rockefeller con 80 millones.
En la Cámara de Representantes la más adinerada es Jane Harman, demócrata
por California, cuyos bienes y los de su marido superan los $160 millones.
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