La legislación de este país considera a las personas que transfieren música
digital hacía cualquier reproductor o soporte magnético como contraventoras de
los derechos de autor, una situación totalmente distinta a la española donde si
esta regulada la copia privada.
De acuerdo con el Sydney Morning Herald, existen en Australia unos 100.000
usuarios de reproductores digitales (entre ellos el iPod) que estarían de esta
manera fuera de la ley.
Por suerte para ellos, un portavoz de la policía australiana explico a este
periódico que sería totalmente contraproducente que la Australian Federal Police
persiguiese a los propietarios de CDs legales que copiasen sus músicas hacía
estos dispositivos. Tampoco la industria parece, por el momento, demasiado
dispuesta a actuar en ese terreno ya que no existe ninguna denuncia cursada.
Compras un trozo de plástico
Que no haya demandas ni persecución, no significa, sin embargo que desde la
industria discográfica exista un reconocimiento a la figura legal de la copia
privada.
Phil Tripp, ligado a la Australasian Performing Right Association, explicaba a
este medio que el usuario no posee ningún derecho cuando adquiere un CD.
"Quien dice que cuando uno compra un CD es dueño de la música esta equivocado.
Lo que posee es un pellazo de plástico, nada más", dijo
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