En un comunicado, emitido a los medios de comunicación, se
explica que la operadora filial de FT consiguió el contrato para prestar estos
servicios en 1998 hasta diciembre del 2005
Fuentes del sector han cifrado el montante económico de este contrato en unos 18
millones de euros anuales, aunque la cifra final dependerá de las ofertas que
reciba la Generalitat.
"La próxima finalización del contrato, juntamente con la situación del resto
de contratos con los operadores, hacen que resulte necesario convocar el
concurso público", que además deberá definir la estrategia tecnológica de
voz y datos de la Generalitat, construir una oferta homogénea de servicios de
Telecomunicaciones, restablecer el modelo de provisión y facturación de
servicios, establecer el modelo de gestión de la red corporativa, asegurar la
calidad del servicio y definir el plan de evolución de la red en el horizonte
2006-09, entre otros
Previamente a este concurso público, el Centro de Telecomunicaciones contratará
los servicios de una consultora externa para dar apoyo al proceso de licitación,
y el importe máximo de este servicio será de 300.000 euros.
La pérdida del contrato Al-pi podría significar su cierre
Al-pi surgió del proceso de privatización de la red de Telecomunicaciones del
gobierno autónomo catalán y la presencia en el capital de la administración se
interpretaba como la manera más efectiva de garantizar las inversiones
contempladas en el concurso publico. En su momento se interpreto este concurso
como un paso que diera lugar a un operador semipúblico catalán, al estilo de
Euskaltel, que liderará la introducción de las nuevas tecnologías (Internet,
banda ancha y telefonía) en Catalunya.
France Telecom fue el ganador del concurso en plena campaña de lanzamiento de
UNI2 como operador alternativo a Telefónica y se acordó que su filial española
cedería sus negocios en el mercado catalán al nuevo operador en el que la
Generalitat tomaría una participación del 25%.
Si bien sus inicios fueron prometedores, pronto se desvanecieron las
expectativas creadas. Los planes de inversión previstos no fueron efectuados y
ambos accionistas se culpaban mutuamente de los incumplimientos.
A finales del 2000, fuertes rumores apuntaban a una salida de los franceses de
Al-pi y a que la Generalitat tomaría el control de la firma. Por contra, otros
rumores apuntaban en sentido contrario, señalando el interés de la
administración catalana de desprenderse de sus acciones. Un acuerdo de última
hora permitió reconducir la situación y seguir manteniendo la colaboración entre
FT y la Administración hasta la finalización del contrato de prestación en
servicios en diciembre del 2005.
La importancia de este contrato es clave porque el 35% de los ingresos de Al-pi
todavía dependen del acuerdo con la Generalitat de Cataluña, a la que Al-Pi
proporciona servicios de voz y de datos, además de controlar la red de
telecomunicaciones de Justicia y una parte de los servicios de Salud.
Esta operadora cerró el año 2003 con unas pérdidas operativas de 0,2 millones de
euros y una facturación de 48,4 millones, la perdida del contrato dispararía las
perdidas y dejaría sin sentido seguir manteniendo esta compañía en Catalunya.
Conocedores de la situación, apuntan, que en ese caso, UNI-2 asumiría los
activos y operaciones de "al-pi", dando por finalizada la existencia de la
singular filial catalana.
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