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“La Red de Internet es como nuestro velcro”, dice en tono humorístico James Gillies, portavoz del CERN.
El físico se refiere a la banda adhesiva (de concepción suiza) inventada para
fijar a las paredes de las cápsulas espaciales de Estados Unidos
las cosas de los astronautas en ausencia de gravedad. Hasta hoy, el velcro es,
por excelencia, un objeto que el gran público debe a la NASA.
Lo mismo sucede con la ‘world wide web’, la Red, originalmente creada para el
uso de la ciencia.
Desde los años setenta el CERN ocupa el centro de un tramado mundial de
universidades y laboratorios. Los físicos han sido pues ( después de los
militares) los primeros en servirse de la naciente Internet.
Al comienzo, el envío de un simple correo era una tarea fastidiosa reservada a
los especialistas. Los sistemas eran raramente compatibles y era necesario
conocer las vías de encaminamiento y los códigos de acceso para acceder.
“Tuvimos la suerte de haber tenido con nosotros a un informático llamado Tim
Berners-Lee, que tuvo la idea de reunir Internet y el hipertexto, es decir, los
enlaces sobre los cuales se puede clicar”, recuerda James Gillies.
De aquel matrimonio nació la Red, lenguaje de comunicación entre ordenadores y
simplificación extrema de las conexiones para los usuarios.
Afinada por su inventor y por otro genio de la informática, Robert Cailliau, la
innovación salió pronto del CERN para extenderse por todo el mundo con el éxito
que conocemos.
20 millones de CD-ROM por año
No sorprende que el CERN sea un centro de competencias muy refinadas en el campo
de la informática. Las experiencias realizadas en sus aceleradores de partículas
producen cantidades verdaderamente astronómicas de datos.
“Hasta ahora la frecuencia de nuestras colisiones de partículas se contaba en
decenas por segundo. Con la puesta en servicio del LHC, (Large Hadron Collider),
en 2007, se contarán en cientos de millones por segundo”, precisa James Gillies.
De modo que la nueva máquina del CERN generará cada año suficientes datos brutos
para llenar 20 millones de CD-ROM. Algo que equivale a todas las redes de
telecomunicaciones de Europa reunidas. El 1% de la cantitad total de
informaciones producidas cada día en el mundo saldrá de las experiencias del LHC.
“Desde luego, ni siquiera imaginamos que todos esos datos van a ser almacenados.
Estas informaciones sólo confirmarán cosas que ya sabemos. De modo que serán
destruídas rápidamente porque lo que buscamos es muy raro”, agrega Gillies.
Sin embargo, para separar el buen grano de la cizaña, habrá que tratar todo. Y
para hacerlo, serán necesarias potencias de cálculo que simplemente en este
momento no existen.
La 'malla' después de la Red
Para hacer frente a este desafío, el CERN prepara ya el superordenador del
futuro. Un computador disperso en los cuatro rincones del mundo.
Llamado ‘grid’ (la malla) este proyecto tiende a conectar en red los cerebros
electrónicos de las diferentes universidades que participan en los experimentos;
un poco como sucede con las neuronas que están ligadas en un mismo y único
cerebro humano.
“La idea que está detrás del ‘grid’ consiste en dar la posibilidad a un
investigador que se encuentra en cualquier lugar del mundo de tener el mismo
acceso a las potencias informáticas que tiene alguien en el CERN”, precisa James Gillies.
Al servicio de la medicina
Aparte de la informática es seguramente la medicina la que más se beneficia del
resultado de los trabajos del CERN.
En el campo de las imágenes de diagnóstico cada día se utilizan más productos
radiactivos (inofensivos para el organismo) que saben fijarse con exactitud en
los tejidos que se quieren observar. Al desintegrarse, estos productos emiten
partículas que determinan la forma del tumor o del lugar que debe tratarse.
Esta tecnología es directamente derivada de aquella de los aceleradores de
partículas. Una de sus formas más conocidas es la tomografía por emisión de
positrones, cuyo desarrollo se ha debido, conjuntamente, al CERN y al Hospital
Cantonal Universitario de Ginebra.
Ahora bien, el aporte de la física fundamental a la medicina no termina en el
diagnóstico. Actualmente más de uno entre cada dos pacientes de cáncer se
beneficia de los tratamientos con rayos X, electrones o protones, cuyos haces
son capaces de esterilizar las células de los tumores al seccionar su ADN.
Estas especies de ‘super laser’ no son otra cosa, sino aceleradores similares a
los del CERN, pero en dimensiones mucho más pequeñas.
Al servicio del medio ambiente y de la arqueología
También se pronostica un gran futuro para los aceleradores en la protección
ambiental. Dentro de poco podrían ser capaces de transformar en materia
inofensiva los resíduos de larga vida.
Trátese de basuras químicas o radiactivas el principio es el mismo.
Bombardeándolas con haces de altas energías se fabrican neutrones que se van a
combinar con los productos peligrosos forzándolos a dividirse en elementos
estables e inofensivos.
Es largo el catálogo de realizaciones o perspectivas surgidas de las tecnologías
inventadas o desarrolladas por el CERN.
Va desde la industria de los circuitos electrónicos, hasta los motores de
aviones, pasando por medidas de precisión como aquellas que fueron necesarias
para cavar el Eurotúnel bajo el canal de la Mancha. Sin olvidar el famoso método
de datación de objetos antiguos con carbono 14, tan útil en la arqueología.
, Marc-André Miserez
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