A partir de 2006 se ofrecerán imágenes nítidas de televisión en los teléfonos
móviles, pero no procederán de las redes de telefonía móvil, sino que se
enviarán desde los transmisores ya utilizados por las emisoras de televisión. Y
esto significa una serie de teléfonos completamente nueva. Aunque este nuevo
servicio siempre ha ido asociado al lanzamiento de la tercera generación de
telefonía móvil (3G o UMTS) la actual tecnología permite recibir estos
contenidos sin ningún tipo de problemas a través de DVB-H.
Para ello se utiliza la tecnología GPRS que aprovecha dos o tres canales de
telefonía móvil en paralelo y entrega el vídeo al teléfono a una velocidad de
30Kbps. Los usuarios pueden descargar el material para verlo posteriormente, o
recibir en tiempo real, lo que se conoce como stream, vídeo comprimido. La
calidad de la imagen es mejor si el vídeo se descarga primero, pero la calidad
no deja de sorprender.
Sobrecarga de la red
El principal obstáculo para el lanzamiento comercial de estos servicios es la
cantidad de banda ancha que se precisa para ellos y por extensión el coste que
representa para el usuario interesado en recibir TV a través del móvil.
Utilizando GPRS el precio para el consumidor se sitúa en torno a los 4 euros
por cada diez minutos de vídeo. Mucho más caro es su utilización a través
de las redes UMTS. La calidad es su gran aliada y el precio su peor
enemigo. Al permitir descargas a una velocidad de hasta 300 Kbps el consumidor
recibe una imágenes nítidas y sin interferencias en tiempo real... el problema
reside que esa velocidad equivale a 10 llamadas de voz lo que significa un coste
del servicio de unos 10 euros por cada diez minutos de vídeo, o lo que es lo
mismo... a euro el minuto.
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