Antes de la muerte del primer hombre, que el 10 de julio pasado fue atacado
por dos tiburones mientras practicaba surf, el famoso ahuyentador se vendía a un
ritmo de seis unidades al día. Luego del ataque, se disparó a 15 unidades
diarias.
Pero cuando las agresiones se repitieron, la sonrisa del creador del aparato se
hizo notar, pues empezaron a vender 60 unidades al día. La explicación: muchos
padres decidieron comprarlo como regalo de Navidad a sus hijos y, de paso,
protegerlos.
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