Mireia Cortés -
Si el nacimiento de Internet se caracterizó por ser el paraíso
del anonimato y de las identidades múltiples, hoy se ha
convertido en un gran hermano con multitud de ojos que
quiere saber quién es quién en la Red, qué páginas web
visita, qué compra, qué mensajes envía por correo electrónico
y a quién se los envía. Quizá a algunos no les importe todo
esto, a otros sí que les preocupará.
Diariamente miles de
usuarios conectan sus ordenadores a Internet, ya con la simple
acción de conectarnos nuestra dirección IP, nombre de máquina,
la página desde la que procedemos y a veces incluso nuestra
dirección de correo electrónico pasa a ser de dominio casi
público. Si para ti carecen de importancia los datos
anteriormente citados también te podemos asegurar, con un
sistema algo más personalizado, las llamadas cookies, los
servidores rastreadores pueden obtener informaciones
especificas del usuario, como páginas visitadas, preferencias
y gustos, tiempo de estancia en cada website. Empiezas a
preocuparte pues aún hay más.
Si te preguntas para que
se usan todos estos datos, empieza a temblar pues con todos
estos elementos se pueden confeccionar perfiles de usuario
cada vez más exhaustivos y detallados, con información muy
personal que puede adquirir un valor considerable en manos de
casas publicitarias, y por la que se paga dinero, mucho
dinero, son las llamadas base de datos. Por ejemplo, la
agencia de publicidad online DoubleClick en el año 2001, le
encargaron una campaña de publicidad sobre cruceros, esta
campaña respondía a un target muy especifico, con las
operaciones de rastreo la agencia fue capaz de identificar las
preferencias sobre vacaciones en cruceros de más de 10
millones de personas a las que enviar publicidad por mail.
En conclusión, el uso
generalizado de los sistemas de comunicación electrónicos
provoca que la intimidad y el anonimato de las personas
resulten crecientemente amenazadas. Cabe recordar que la
intimidad es un derecho constitucional del individuo, que con
los medios de comunicación tradicionales, como el correo
postal, correo certificado, los apartados de correo, etc.,
está más que garantizados. Pero parece ser que con el avance
de la civilización hacia la era digital se tienen que buscar
nuevas soluciones que nos permitan, en un cierto grado,
mantener nuestro anonimato.
A estas alturas uno se
pregunta, ¿Y como navego yo de forma anónima? La repuesta se
encuentra en los anonimizadores. Antes de que cojas
rápidamente un diccionario para buscar tal “palabreja” te
diremos que: se conocen como anonimizadores, las
aplicaciones de software de anonimato, que actúan como filtro
de seguridad entre tu navegador y el sitio Web que deseas
visitar. Su funcionamiento es sencillo tu te conectas al
anonimizador, introduces el URL al que deseas ir, entonces
éste se adentra en la Red en busca de la página que deseas ver
y te la muestra. Si posteriormente vas siguiendo enlaces de
una página a otra, se presentarán asimismo a través del
anonimizador.
Pero como todo problema
complejo, la solución nunca es única y universal. Es decir
aunque el uso de estos sistemas soluciona en gran parte los
problemas de cookies, rastreo y demás estas aplicaciones
también tienen sus inconvenientes:
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No funcionan con todos los sitios ni con los
servidores seguros.
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Tampoco se reciben cookies (eso en algún
problema puede suponer un problema)
-
Desactivan todos los programas en Java,
JavaScript, etc. (de nuevo puede suponer un inconveniente en
alguna ocasión).
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Ralentizan la navegación.
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Aunque todos suelen ser gratuitos, para un
servicio optimo hay que pagar (en forma de registro,
licencia...).
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Añaden a las páginas que visitamos banners
con publicidad de sus patrocinadores.
Otra posible solución
para el anonimato es la navegación a través de un servidor
Proxy. La idea básica es la de un servidor (proxy) que actúa
de pasarela (gateway) entre tu máquina o tu red y la Internet.
Este tipo de conexión son usualmente usadas en redes de
empresas o en conexiones que requieran peticiones de cliente,
que se realizan siempre mediante un firewall (cortafuegos),
que expide la petición hacía un servidor remoto en el exterior
del cortafuegos, lee la respuesta y la envía de vuelta al
cliente.
Los dos sistemas presentan
bastantes similitudes pero sin embargo, la navegación mediante
proxy presenta una serie de limitaciones frente a los
anonimizadores:
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No impiden que las cookies se sigan
almacenando en el disco duro del usuario.
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Normalmente todas las visitas quedan
registradas en el proxy.
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La dirección IP del servidor proxy por
defecto refleja tu nombre de dominio o por lo menos se
acerca mucho.
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Algunos de los proxies presentan el
inconveniente de restringir el acceso a ciertos sitios Web
según sus políticas particulares.
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Además es importante tener en cuenta que no
todos los proxies actúan de forma verdaderamente anónima, ya
que algunos revelan al sitio Web que visita tu dirección IP.
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