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Para la recomposición, los científicos se han basado en las 240 piezas en las
que fue troceado el cerebro tras el fallecimiento del científico, y que fueron
envueltas en celoidina, un material transparente e impermeable que permite
someter a un examen microscópico el material que contiene. Los expertos han
utilizado las fotografías del cerebro que el forense Thomas Harvey hizo durante
la autopsia de Einstein y un sistema informático controlado por láser, conocido
como estereolitografía, que ha permitido remodelar el órgano.
Los primeros análisis han revelado que el cerebro del científico tiene más
reforzadas de lo normal las conexiones que se relacionan con las habilidades
matemáticas y el proceso de interpretación visual de los elementos que están en
el espacio.
Existen otros estudios sobre el cerebro del genio, anteriores a éste, en los que
se analizaron factores como su escaso peso, 1.230 gramos, que sorprendió por ser
menor al peso medio del cerebro de un adulto, 1.400 gramos, ya que su corteza
cerebral era más fina de lo normal aunque la densidad de sus neuronas era
superior.
Sin embargo, uno de los artífices de esta recomposición, el doctor Lythgoe,
afirmó que todavía no hay una explicación sobre la verdadera causa de la
grandeza de la mente de Einstein.
El trabajo realizado por estos científicos será utilizado para un documental que
se está preparando con motivo del 50 aniversario de su muerte.
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