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Un escándalo al estilo americano se produjo en un colegio “high society’’ de
la ciudad de Rockville, cerca de Washington. Allí algunas de las jóvenes
cheerleaders de la escuela Thomas S. Wootton decidieron sacarse unas fotos al
rojo vivo. Era una broma, se supone. Las imágenes, donde aparecían las niñas
simulando besarse y en acrobacias calientes, debían quedar en el dominio de unos
pocos amigos, pero acabaron en manos de pornógrafos de internet.
El 22 de noviembre pasado, según informó ayer “The Washington Post”, el director
del establecimiento educacional, Michael Doran, recibió un mail anónimo con las
fotos de las muchachas involucradas en los siniestros hechos.
Todo el año las chicas se habían sacado fotos para subirlas al susodicho sitio.
Claro que las imágenes eran bastante más inocentes que las que desataron el
escándalo.
Doran negó que las fotos fueran pornográficas; enigmáticamente sólo dijo que se
trataba de “un lapsus de las chicas”.
Esa misma tarde de noviembre, cinco de las cheerleaders fueron citadas por las
autoridades de la escuela, contó la apoderada de una de ellas que no quiso
identificarse para no enlodar la imagen de su hija. Todas lloraban por el
comportamiento que tuvieron.
La apoderada dijo además que mandó un mail al administrador del polémico sitio
para que sacara las imágenes, en las que además se advertía que todas las
muchachas eran mayores de 18 años. Sobre la experiencia de ver a su retoño en
esas poses, declaró: “Fue algo horrible. Entrabas al sitio y Oh, dios mío, mi
hija está en este sitio”.
El pedido de la apoderada de que bajaran las fotos llegó demasiado tarde. La voz
se había esparcido ágilmente por la escuela. Una de las cheerleaders, que no
participó en las tomas y que quiso conservar el secreto de su nombre, reveló que
los estudiantes comenzaron a llamar “guarras” a las protagonistas.
Doran, el director, aseguró que las fotos habían sido bajadas de la red. Pero
otro apoderado dijo que una semana tras el estallido del escándalo comenzó a ver
el sitio en cuestión, y que un mes más tarde las vergonzosas imágenes seguían
instaladas en internet.
Mientras tanto, las protagonistas del caso deben lidiar con la mofa de sus
compañeros. Su única alegría es que las autoridades de la escuela las
autorizaron a participar en diciembre en la competencia de cheerleaders del
condado. Y la singular moraleja de esta historia la entregó Doran: “El
mensaje que le damos a nuestros hijos es una lección de privacidad, y de cómo
ésta ha cambiado ahora. No deben enviar nada a nadie que no quieran que el mundo
vea”. |