El semanario británico The Economist ha sobrepasado en esta
semana el millón de ejemplares vendidos, por primera vez en sus 162 años de
historia.
Es todo un hito periodístico y empresarial, especialmente teniendo en cuenta que
se trata de una publicación de alta calidad que se vende en una única edición en
inglés en más de un centenar de países.
Se trata, por tanto, de una de las primeras publicaciones que pueden
considerarse globales y muchos expertos la señalan como la revista más
influyente del mundo.
El semanario fue fundado por un cuáquero escocés llamado James Wilson y ha
tardado 149 años en alcanzar una difusión de medio millón de ejemplares y tan
sólo 13 años más en duplicarla.
Su director, Bill Emmott, es uno de los artífices de esta escalada. Entró en la
revista en 1980 y ha imprimido a la publicación un sentido de la austeridad
inmune a los éxitos. Mantiene voluntariamente una redacción reducida de 75
periodistas, la mitad de ellos con residencia en el extranjero, y, como todo el
mundo sabe, no se firma ningún trabajo, lo que dota al conjunto de la
publicación de una notable coherencia redaccional.
El 70% de las ventas del semanario se hacen por suscripción. Actualmente, la
suscripción "online" está teniendo un notable éxito, pues permite leer antes los
contenidos de una edición, amén de otras ventajas, pero la empresa no ha
facilitado las últimas cifras de abonados a esta modalidad. Vende 150.000
ejemplares cada semana en el Reino Unido, 220.000 en Europa continental.
La escasamente probritánica y guardiana de su lengua Francia, es el país de
Europa que más compra "The Economist" (35.000 ejemplares).
Es notable observar que mientras los diarios nacionales franceses hacen agua por
todos sus costados y su prensa económica no pasa precisamente por sus mejores
momentos, los franceses que quieren estar bien informados se pasan a "The
Economist" al no tener una opción parecida en su propia lengua. Eso se llama
globalización.
América del Norte es el gran mercado para el semanario británico, donde vende
algo más de medio millón de ejemplares, con lo que se produce la paradoja de que
la revista más influyente de la hiperpotencia es británica, además de liberal
pura y dura.
George Bush es una de sus "bestias negras", al igual que Silvio Berlusconi. El
grupo Pearson, que posee la mitad del capital de The Economist a través del
Financial Times, puede consolarse en parte de sus desdichas con el diario, que
en los últimos años ha sufrido importantes pérdidas, gracias al boyante
semanario, que incluye también los confidenciales de inteligencia económica "Economist
Intelligence Unit", además de magazines profesionales y una división de
organización de conferencias.
El imparable ascenso de The Economist ¿tendrá que ver con su original fórmula,
donde se mezcla la información política y tecnológica con la económica
tradicional? De hecho, la mayor parte del contenido del semanario no es
estrictamente economía. ¿Será ésta la fórmula del futuro? |