El tribunal entiende que el joven cometió un delito de descubrimiento y
revelación de secretos, por lo que también ha sido condenado a 12 meses de
multa con una cuota diaria de tres euros e indemnizar a la víctima con 3.000
euros por daños morales.
El abogado del universitario presentó un recurso y pidió la libre absolución
de su patrocinado, tras lo cual la Audiencia revocó parcialmente la resolución
recurrida al apreciarse la atenuante de arrepentimiento, fijando la pena en un
año de prisión.
En la sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, se explica que el acusado,
G.J.A.L., en enero de 2002 seleccionó a través de Internet al azar la dirección
de correo de una joven a la que le activó un virus electrónico de los conocidos
como "troyanos", en concreto el programa "Subseven".
De esta manera, el procesado, una vez activado el virus, "tomó el control
del ordenador infectado sin que su dueña tuviera conocimiento de ello",
accedió al disco duro e interceptó su correo electrónico "llegando incluso a
leer el currículum profesional que la denunciante tenía archivado".
En la sentencia también se relata que el acusado tuvo acceso a las
conversaciones que ella mantenía con sus amigos a través del chat e incluso
observó imágenes de la misma tras activarle la webcam sin que ella se
percatase.
El ponente de la sentencia destaca en los fundamentos de derecho que hubo un
apoderamiento de documentos "virtual o ideal, pues para la consumación del
delito no es necesaria la tenencia material de los documentos sino que basta
con haber conseguido su lectura".
Además, se reprocha al acusado que con su conducta "vulnerase la
intimidad" sin su consentimiento y que utilizase "artificios técnicos"
para captar ilícitamente la imagen de la denunciante "cuando ella estaba en
su casa, frente al ordenador".
El tribunal entiende que el estudiante ha incurrido en la circunstancia
atenuante de arrepentimiento, ya que desinfectó el ordenador de la denunciante
"en una muestra de arrepentimiento" antes de que supiese que se iba a
presentar la denuncia y simplemente por petición de la chica.
Los hechos fueron descubiertos después de que el acusado comenzara a enviar
correos electrónicos a la denunciante, que lo confundió con un amigo argentino,
dado que no se quería identificar, hasta que le envió su fotografía en un
archivo adjunto y descubrió
que había entrado sin su consentimiento en su ordenador. |