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Reacios a celulares buscan liberarse de la "adicción a la comunicación
constante" |
Investigadores y sociólogos se interesan desde hace poco por esta comunidad de
resistentes decididos, porque estas personas suponen "una minoría fuera de lo
común" |
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La Tercera.- Gaston
lanzó su teléfono celular al Sena hace pocas semanas. El empresario parisino de
37 años no quiere saber nada más de él. Sin el celular quizá seguiría casado.
Ahora está divorciado, porque su desconfiada esposa leyó unos tiernos mensajes
SMS que Gaston envió a su amante.
Aun cuando el caso de Gaston no es el más típico, en Francia crece la cantidad
de opositores al teléfono celular. Les molesta que se repitan siempre las mismas
preguntas ("¿Dónde estás ahora?"), las conversaciones en voz alta en autobuses y
trenes ("No tengo cobertura. ¿Qué dices?") y la presión de la sociedad ("¿Cómo
puedes vivir sin celular?").
Investigadores y sociólogos se interesan desde hace poco por esta comunidad de
resistentes decididos, porque estas personas suponen "una minoría fuera de lo
común".
Son amas de casa, madres, empresarios y jóvenes, que se niegan a someterse al
dictado de la comunicación contínua. "Estas personas no son revolucionarios,
pero no quieren ser esclavos de la vida a toda velocidad", analiza el filósofo
Paul Virilio.
"No soy un perro al que se le silba", dice la librera Francoise, de 35
años, que le regaló un celular recién comprado a su madre pocas semanas después.
"No lo podía soportar".
El periodista Hadrien, de 38 años, se niega a "esta obsesión fija de la
urgencia". "Gano en calidad de vida si acepto que pierdo el tiempo",
dice. Aquellos que quieren hacer todo de golpe al final son devorados.
Los sociólogos también investigan esta "adicción a la comunicación constante".
El celular es "un intento de recobrar el control sobre desarrollos no
controlables de la sociedad", analiza el investigador Dan Schiller.
Los opositores a los teléfonos celulares no soportan justamente aquello que los
adictos a ellos buscan: la intromisión en su vida privada.
"Los adictos a los celulares hablan en voz demasiado alta. Constantemente
deben demostrarse que están vivos a través de conversaciones", comenta la
psicóloga Marina Petit.
El teléfono celular también sirve para saltarse los tiempos muertos de los
transportes diarios. "En el tren o el autobús, el profesional hiperactivo
puede seguir trabajando. Así fortalece su identidad en una masa anónima",
dice la socióloga Beatrice Fracchiolla, que se ocupa de nuevas tecnologías.
Más del 60 por ciento de los franceses tienen un celular, es decir, 43 millones
de personas. Entre los jóvenes de entre 18 y 24 años incluso son más del 90 por
ciento.
Para poner en marcha una discusión sobre un aprovechamiento socialmente
aceptable del celular, el escritor de novelas policiales Philippe Marso convocó
en 2001 un día libre de celulares, el 6 de febrero. "¿Qué pasará cuando los
celulares de tercera generación UMTS con video, Internet y conexión televisiva
salgan al mercado?", se pregunta.
¿Hay remedios contra la adicción al celular? "Hay que reencontrar el ritmo de
vida propio y aprender a soportar la soledad y el silencio", dice el
investigador Francis Jaureguiberry. Después de todo, los celulares son útiles.
"Pero hay que saber decir no y filtrar las conversaciones".
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domingo, 25 mayo 2014 |
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