El choque espacial tendrá lugar el próximo 4 de julio y puede hacer del
cometa el objeto más luminoso en el espacio, en una colisión que será seguida
por instrumentos científicos en el espacio y en la Tierra para tratar de obtener
el máximo de datos.
"Los científicos creen que los cometas son remanentes del nacimiento del
Sistema Solar", afirmó hoy Andrew Dantzler, director de la división del Sistema
Solar de la NASA.
"Creemos que Deep Impact puede revelar este material y que podamos saber más
de nuestro Sistema Solar", añadió Dantzler en una conferencia de prensa.
La misión está compuesta de dos vehículos: la sonda y el proyectil. La sonda
liberará al proyectil 22 horas antes del choque, y luego seguirá a corta
distancia para realizar una pasada por las cercanías del cometa a fin de
observar los resultados y analizar los materiales que se desprendan.
Dos horas antes del impacto, el proyectil, que incorpora sus propios sistemas de
propulsión y navegación, se dirigirá por sí mismo hacia el cometa, que lo
arrollará a una velocidad de 37.000 kilómetros por hora.
El proyectil mide un metro de largo por otro de diámetro, y está reforzado con
cobre para lograr un impacto más potente, con un peso total de 372 kilos,
mientras que el Tempel 1, un cometa irregular descubierto en 1867, mide 1
kilómetro de largo y 4,6 de ancho.
"Es como una bala que intenta alcanzar a otro proyectil disparando una
tercera bala. Es un reto extraordinario", explicó Rick Grammier, responsable
del proyecto en el JPL, el centro de la NASA en Pasadena (California).
Los científicos quieren que el sistema de navegación automática del proyectil
"que equivalen a tener un astronauta a bordo" se dirijan hacia una zona del
cometa iluminada por la luz solar para así recabar más información sobre la
superficie y sobre el cráter que se produzca, añadió Grammier.
Tras el impacto, la sonda tiene sólo unos 13 minutos -mientras pasa junto a las
proximidades del cometa- para recoger datos e imágenes con los que realizar las
investigaciones posteriores sobre los materiales situados debajo del hielo que
recubre a los cometas.
También se quiere analizar si el hielo es de agua o de otro origen.
Debido al estrecho margen de tiempo, la NASA ha alistado a más de 30
observatorios astronómicos de todo el mundo, incluidos los telescopios
espaciales Hubble, Chandra y Spitzer, para captar imágenes del choque y recabar
datos adicionales.
La misión lleva cuatro sistemas de recogida de datos: una cámara, un
espectrómetro infrarrojos y un Instrumento de Resolución Media en la sonda, y
otro instrumento similar en el proyectil, que transmitirá información antes de
quedar destruido por el cometa.
A pesar de todo, los científicos no saben aún qué ocurrirá en el cometa o cuál
puede ser el tamaño del cráter que se abra. El cráter podría oscilar entre el
tamaño de una casa hasta un estadio deportivo.
"Sabemos tan poco sobre cometas que no podemos prever qué va a ocurrir",
reconoció Michael A Hearn, de la Universidad de Maryland y el investigador jefe
del proyecto.
A Hearn añadió que "las últimas 24 horas de la vida del proyectil ofrecerán los
datos más espectaculares en la historia de la ciencia de los cometas".
"Con la información que recibamos tras el impacto será un escenario
totalmente nuevo", predijo.
Los científicos indicaron que las maniobras de corrección de trayectoria
realizadas en las últimas semanas han tenido resultado positivo.
La nave fue lanzada el pasado 12 de enero y concluirá su misión tras un viaje
espacial de 173 días y 431 millones de kilómetros. Ya a finales de abril comenzó
a fotografiar al cometa.
La enorme fuerza del impacto hará que el cometa aumente su brillo de 15 a 20
veces, por lo que el resplandor que cause el choque -que tendrá lugar a las 5:52
GMT del 4 de julio- podrá ser observado por los aficionados a la astronomía, al
menos en Norteamérica. |