El diario Winnipeg Free Press señaló ayer que el ministro de Sanidad, Ujjal
Dosanjh, está preparando un sistema para controlar el volumen de medicamentos
enviados a EEUU.
La motivación de las autoridades de Ottawa para imponer estas medidas es evitar
que la demanda de los estadounidenses deje desabastecidos a los propios
canadienses.
En Canadá, donde los precios de los medicamentos son limitados por las
autoridades federales, la inmensa mayoría de los productos son más baratos que
en EEUU, con ahorros de hasta el 70 por ciento en medicinas.
La diferencia de precios y la difícil situación económica en la que se
encuentran muchos jubilados en EEUU ha hecho habituales los viajes de
pensionistas a las ciudades fronterizas canadienses para abastecerse de las
medicinas que necesitan.
Pero la explosión de las farmacias por Internet, que envían por correo los
medicamentos encargados por los consumidores desde sus hogares, ha multiplicado
el tráfico de medicamentos de Canadá a EEUU y ha disparado el interés de los
gobernadores de algunos estados en comprar cantidades masivas.
La legislación canadiense no impediría las compras individuales pero haría
ilegal las ventas masivas a los gobiernos estatales.
Las autoridades canadienses han dicho que un país de 32 millones de personas no
puede convertirse en la farmacia de los EEUU, con casi 300 millones de
habitantes.
Además, las compañías farmacéuticas estadounidenses -que han visto cómo sus
clientes dejan de comprar en ese país- han amenazado a Canadá con dejar de
venderle medicamentos.
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