Los sectores conservadores de la sociedad estadounidense (agrupados en torno
a la alianza cristiana que dió apoyó a G.W. Bush en su reelección) han
conseguido gracias a la polémica levantada su primera victoria contra la
industria de los videojuegos, un sector con ingresos superiores al sector
discográfico y cinematográfico.
Esta semana, el organismo que otorga las clasificaciones de edad para los
videojuegos, cambio su primera valoración de mayores de 17 años por el de "Sólo
para adultos". De esta manera, el videojuego de mayor venta en el 2004 y 2005
solo podrán comprarlo los mayores de edad en los establecimientos. Take2, los
productores del juego, dijeron tras este cambio que introducirian al mercado una
nueva versión en la que los compradores no podrían modificar el codigo el juego.
El cambio en la clasificación y las explicaciones de Take2 no
satisfacieron del todo a los sectores conservadores que iniciaron la polémica
que pedían más y finalmente lo consiguieron.
Las grandes cadenas comerciales se sumaron a la petición de estos grupos y
retiraron el producto de la venta a lo largo y ancho del país, lo que ha
sido interpretado como un "toque de atención" hacía totos aquellos productores
de videojuegos que rebasen limites en temas eróticos.
Supervisión de la industria
Asimismo, las asociaciones de padres conservadores han conseguido el
apoyo de legisladores, para que el gobierno supervise la industria e introduzca
una reglamentación que controle las producciones de esta joven y vigorosa
industria.
Incluso, la senadora demócrata por Nueva York Hillary Clinton, ha liderado
una denuncia contra el juego a la vez que apremiaba a una reforma de las
calificaciones de los videojuegos y que esta dejase clara su oposición a
contenidos escondidos.
La presidenta de la Entertainment Software Rating Board, Patricia Vance,
explico que estas medidas eran innecesarias y que la industria ha demostrado su
capacidad de autoregulación, al cambiar la calificación del videojuego.
"Este es un claro ejemplo de trabajo de autorregulación", añadió.
"Es el intento del gobierno de meter la nariz donde no debe" dijo Brent Riley,
un padre de 32 años que juega al "Grand Theft Auto: San Andreas" delante de sus
hijos, pero prohibiéndoles ver las imágenes especialmente violentas.
Este es uno de los millones de seguidores del videojuego contrarios a que una
supervision gubernamental establezca una censura sobre los videojuegos.
Criticas desde la propia industria
Mucha gente de la industria considera que el daño hecho a la reputación de la
propia industria era muy grande.
"Rockstar, la habéis arruinado (a la reputación) para el resto de nosotros" se
quejaba Robert Khoo, director de desarrollo de negocio de Penny Arcade, un sitio
web para aficionados, con cómics, críticas y foros, sobre el crecimiento de la
polémica.
Otras compañías, en privado, también expresan duras criticas
hacía esta firma. Todas ellas tienen en el mercado productos en el que la
violencia reina por doquier pero en el que el sexo no aparece para nada.
Y es que en ciertos Estados de los EEUU todo el mundo, incluso menores,
pueden jugar con armas de juego o ir a disparar a campos de tiro
(incluso con armas de gran calibre) pero el sexo es un tema "tabú" y más desde
envalentonados por las victorias de George W. Bush, los sectores conservadores
luchan por imponer severos limites a su práctica.
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