Alejandro Fernández (EFE) - El robo de identidad, es decir el uso del nombre
de otro para cometer una estafa, se ha transformado en una gran dolor de cabeza
en EEUU, cuyas autoridades y compañías ven como día a día aumentan las quejas
de quienes han sido víctimas de esos delitos.
La última estratagema para limpiar los ahorros de muchas familias consiste en
una compleja red de transacciones destinadas a vender las acciones de una
cartera de inversión en una correduría de bolsa por internet, y luego traspasar
las ganancias a una cuenta de banco ficticia.
La estafa comienza cuando el ordenador de la víctima es infectado por un virus
con el que se obtiene información que hay en el aparato, como claves de correo
electrónico y de acceso a cuentas bancarias.
Los delincuentes envían después órdenes de venta de acciones y crean a
continuación cuentas bancarias con nombres falsos a las que transfieren los
fondos.
La complejidad de la estafa hace suponer a las autoridades de la Comisión de
Valores de EEUU (SEC) que los responsables son personas con preparación,
probablemente con estudios universitarios en finanzas.
La preocupación es aun mayor en la medida en que ese tipo de delito por medio
de la red es nuevo, ya que sólo tiene seis meses de existencia.
Las corredurías de bolsa por internet calculan que las pérdidas por las estafas
suman ya unos $20 millones, no demasiado si se compara con los $1.7 billones
que manejan, aunque se teme que la cifra no haga sino aumentar.
El principal problema al que se enfrentan las compañías es la falta de
precaución de muchos de sus clientes, que no se aseguran de contar con las
protecciones adecuadas contra los virus y el acceso a sus ordenadores.
Tampoco muchos usuarios realizan tareas básicas para proteger su privacidad,
como cambiar periódicamente las claves de sus cuentas de correo electrónico.
Según una encuesta de America Online y la National Cyber Security Alliance, el
84 por ciento de los usuarios de ordenadores mantienen información personal,
incluida la financiera, en sus computadoras de casa.
El aumento en el uso de redes inalámbricas es un problema añadido, ya que son
muchos los que no utilizan una clave para acceder a sus redes, lo que los hace
presa fácil de los estafadores informáticos.
La situación preocupa especialmente a los bancos por internet, que compiten por
atraer nuevos clientes con ofertas difíciles de igualar, como tasas de interés
para cuentas de ahorros que llegan hasta el 4 por ciento anual, contra menos
del 1 por ciento que es lo común en los bancos de ``ladrillo y argamasa''.
Pero las complejas estrategias de los piratas informáticos no son la única
manera de robar la identidad.
Los recientes huracanes en el sur de EEUU brindaron la oportunidad de robar
directamente tarjetas de la Seguridad Social, documentos financieros y de
identidad que quedaron flotando en las aguas de Nueva Orleans y que han sido
utilizados para abrir cuentas de crédito o incluso para solicitar la ayuda del
Gobierno.
En total, en el 2004 se registraron casi diez millones de casos de robo de
identidad, (unos $5,000 millones).
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