Agencias
- El uso creciente de microcircuitos de identificación implantados
en el cuerpo humano, que sirven tanto para el control de empleados como para
acceder a la historia médica de sus portadores, ha levantado la polémica en
Estados Unidos.
Varias asociaciones de derechos civiles han protestado contra lo que
consideran un nuevo paso en la invasión de la intimidad de los trabajadores,
mientras que sus fabricantes insisten en que es una tecnología de avanzada y
de usos múltiples.
La empresa de video-vigilancia "Citywatcher.com", de Cincinnati
(Ohio), es la primera que ha empezado a utilizar los "chips" para controlar
el acceso de sus empleados a las zonas de seguridad restringidas de la
compañía.
Su presidente, Sean Darks, explicó a EFE cómo dos de sus empleados, que se
presentaron como voluntarios, y él mismo, se han implantado un chip de
silicona, que tiene el tamaño de un grano de arroz, se coloca dentro de la
piel y funciona como una tarjeta de acceso a las áreas protegidas.
"La implantación de los chips ha sido y seguirá siendo completamente
voluntaria, así que no daña en absoluto el área privada de nuestra vida.
Para nosotros es una medida de seguridad muy eficaz", se defendió Darks.
Estos microcircuitos son obra de la empresa "VeriChip", filial de "Applied
Digital Solutions", de Palm Beach (Florida), que en octubre de 2004 recibió
el consentimiento por parte de la Dirección de Alimentos y Fármacos de
Estados Unidos (FDA) para comercializar el producto.
John Procter, portavoz de "VeriChip", explicó que la compañía trabaja
fundamentalmente sobre dos aplicaciones de esta tecnología: para
identificación, como en el caso de "Citywatcher.com", y para su utilización
en hospitales.
"Es un aparato muy útil en pacientes con dificultades para comunicarse, como
pueden ser los enfermos de Alzheimer. Mediante un escáner se puede acceder a
su historial médico", dijo Procter.
La cápsula, que se inserta bajo la piel del brazo o la mano con una jeringa,
contiene un número de 16 dígitos que permite el acceso al historial médico
del portador.
Este chip, según sus promotores, facilitará a hospitales, médicos y
pacientes mejorar la asistencia y evitar errores, con información precisa
sobre cada paciente y su condición sanitaria.
Además de estos usos, Procter recordó que la Secretaría de Justicia mexicana
ya utiliza este tipo de tecnología para identificar a sus empleados.
El "chip" tiene también otros usos menos altruistas y, por ejemplo, una
discoteca en Barcelona (España) utiliza estas cápsulas con sus clientes VIP.
Le sirve para identificarlos en la entrada y para que puedan pagar sus
consumiciones mediante una cuenta especial.
La empresa calcula que aproximadamente 200 personas en todo el mundo llevan
ya estos ingenios implantados en su cuerpo.
Pero esta tecnología futurista, más propia de la literatura del escritor
George Orwell, tiene también cada vez más detractores.
Entre ellos está "Profesionales de la tecnología por la responsabilidad
social", un grupo ubicado en Palo Alto (California), que protesta por lo que
consideran "una pésima iniciativa".
Lisa Smith, miembro de este grupo, aseguró a EFE que "la sola idea de llevar
algo implantado en el cuerpo, que no se puede apagar, supone una invasión
total de la intimidad".
"Existen otras formas de identificación menos invasivas que también son
adecuadas, por muy voluntario que esto sea", dijo Smith.
Esta activista hizo también una reflexión sobre los caminos opuestos hacia
los que se dirige la tecnología: "Por un lado, las innovaciones permiten una
vulneración cada vez mayor de la intimidad, pero por el otro, dotan a los
ciudadanos de más herramientas para poder defenderla".
Tanto "VeriChip" como "Citywatcher.com" se aferran al carácter voluntario de
los implantes para rechazar cualquier acusación.
Procter asegura que aporta "más discreción y más seguridad a las
compañías", mientras que Darks argumenta que jamás pediría a sus
empleados algo que él mismo no estuviese dispuesto a hacer. |