as delanteras grandes han sido transformadas por la publicidad y la amplia
difusión de implantes de mamas, en verdaderos emblemas y símbolos sexuales.
Hoy en día, la belleza femenina está ligada a la imagen de los pechos grandes.
Lejos quedaron los años donde las mujeres podían ser consideradas divas aún sin
tener un escote generoso. Audrey Hepburn, Joan Crawford o Catherine Deneuve
probablemente hubieran tenido problemas para ganar un casting en el 2000.
La pregunta es: ¿más grandes, más sexuales?. Según los especialistas, el tamaño
no tiene injerencia alguna sobre la sensibilidad al estímulo sexual.
En su dimensión de símbolos eróticos, aparentemente los pechos voluptuosos se
ven con mayor capacidad sexual o de goce. Pero pese a estas expectativas, los
pechos grandes probablemente no son más sensibles al estímulo sexual, y una
mujer con los pechos pequeños puede encontrarlos muy sensibles al tacto.
Puede suceder que mujeres con pechos pequeños no reciban la atención suficiente,
de parte de su pareja, en esa parte de su cuerpo. En cambio, mujeres con los
pechos grandes pueden percibir todo el esmero en esa zona y por ahí se descuidan
otras partes del cuerpo igual de importantes.
Muchas mujeres pueden traducir este estímulo en ansiedad sobre su cuerpo y
sentirse inconformes o acomplejadas por el tamaño y forma de sus senos,
afectando, ahora sí, la auto percepción sobre sus posibilidades sexuales.
La auto percepción es emocionalmente relevante para las mujeres, más que la
visión de los hombres. Es la más común de las razones para que una mujer se
sienta insegura.
Usan sostenes con rellenos, que los levantan o acomodan, pero a la hora del sexo
esas pantallas de nada le sirven y pueden hasta inhibir su estimulación y la
exhibición a su compañero. Grandes o pequeños, redondos, anchos o puntudos, la
estimulación sexual es imprescindible.
Según los especialistas, las posibilidades eróticas de los senos dependen de
cada mujer y el desarrollo de su sexualidad. No importa el número de corpiño,
cada mama tiene terminaciones nerviosas que las convierten en una zona erógena
privilegiada a la espera de su exploración.
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