Agencias -
La música es todavía más barata a unas pocas cuadras, en el interior de los
cibercafés que rodean la plaza de Glorieta Insurgentes. En eMilios, unos 20
clientes por día llenan discos en blanco con canciones descargadas ilegalmente
por el equivalente a $1.60, dice el empleado Luis Arturo Guerrero, y a él le
tiene sin cuidado si los clientes pagan o no a los espacios legítimos de
internet por esas canciones.
''No podemos ser responsables por lo que la gente descarga'', dice Guerrero, que
vende CD en blanco a 8 pesos ($0.70), y cobra 9 pesos ($0.80) por una hora de
uso de la computadora. Dijo que la mayoría usa los programas gratuitos Limewire
o Morpheus.
La descarga no autorizada es un desafío imponente para la industria de la
música, pero el problema se está agravando particularmente en México, donde las
leyes de propiedad intelectual no castigan el uso de archivos musicales, y donde
un número creciente de personas está accediendo a las conexiones de banda ancha
que facilita descargar material a alta velocidad.
México es hoy un paraíso para los piratas: en una nación en la que el gobierno
ha hecho costosa y burocrática la apertura de negocios legítimos, los
consumidores han aprendido a depender de los ''ambulantes'', vendedores
callejeros como los de la calle Génova, para conseguir de todo, desde
cigarrillos de contrabando hasta DVD, pasando por estrenos de Hollywood y
artículos electrónicos.
Las ventas ilegales ya representan el 65% de las ventas de discompactos en
México, y la industria del entretenimiento se prepara a algo mucho peor ahora
que las conexiones rápidas a la internet se han hecho más comunes, duplicando a
un 61% de los mexicanos con acceso a la red en los dos últimos años. |