La deslocalización actual marca el fin de la era industrializadora y abre
perspectivas positivas para apostar en España por procesos formativos que
marquen un brillante futuro a las empresas de servicios y a las de investigación
e innovación, dentro de un nuevo marco fiscal y legal de carácter internacional;
esta es la visión profunda que el catedrático Alfred Rocafort ha defendido ante
los miembros de la Real Academia de Doctores en el acto de ingreso celebrado
esta tarde en Barcelona.
“El grave peligro de deslocalización que padece España”, ha dicho Rocafort,
genera una importante oportunidad para invertir en innovación”, quien
subraya en su análisis detallado uno de “los problemas más acuciantes y menos
valorado en España”, donde el 70 por ciento de la población cree que el
fenómeno de la deslocalización no afectará a la economía española. Opinión que
contradice la de los expertos internacionales que señalan a España con un alto
riesgo de crisis por deslocalización.
Para Rocafort, la deslocalización tiene aspectos muy negativos, ya que a veces
se produce por intereses especulativos y bajo criterios de falta de respeto
medioambiental, e incluso por atractivos fiscales. Contra esta tendencia,
Rocafort aboga por una fiscalidad homogeneizada tanto a nivel regional como
internacional.
Rocafort es secretario de la Real Academia de Ciencias Económicas y
Empresariales. Es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y licenciado en
Derecho. En el ámbito de la gestión universitaria ha desempeñado los cargos de
secretario, vicedirector y director de la Escuela Universitaria de Estudios
Empresariales de la Universitat de Barcelona. Tuteló al Duque de Palma, Iñaki
Urdangarín durante sus estudios de empresariales en este centro.
Entre las distinciones recibidas destaca el Premio Pedro Prat Gaballí, la
Medalla de Plata de la Escuela de Administración de Empresas de Barcelona y la
Placa Honorífica otorgada por la Asociación Española de Profesores
Universitarios de Contabilidad.
Para Rocafort “es preciso realizar una apuesta estratégica, definir los
puntos fuertes de la economía y trabajar en dos sentidos fundamentales:
innovación y empleabilidad del capital humano”, lo que supone “una
formación continua a todos los niveles”, enfrentada a la “falta de interés entre
los jóvenes por la formación científica”. A estos criterios debe añadirse
“una indispensable política industrial conjunta de toda la Unión Europea”.
Rocafort aboga que el porcentaje de personas mayores de 22 años que deben haber
terminado la secundaria en el 2010 debe de ser al menos el 85 por ciento y que
la media en formación continua deberá situarse al menos, en el 2010, en el 12’5
por ciento.
Respecto a la política fiscal conjunta, advierte de su necesidad como
contrapunto las diferencias de los tipos impositivos (que alcanzan hasta los 26
puntos en la propia UE), a los movimientos de empresas en busca de beneficios
fiscales e incluso a “deslocalizaciones inversas” que están “destinadas a
deteriorar las condiciones de empleo sin desplazamiento de la actividad de la
empresa”. También aboga por “investigar en qué medida los paraísos fiscales
y la circulación ilegal de dinero están contribuyendo a la deslocalización”.
Rocafort señala, en sus conclusiones, que “los actores sociales están
reclamando ya tres tipos de impuestos internacionales: un impuesto sobre el
conjunto de transacciones financieras internacionales, un impuesto sobre el
beneficio de las multinacionales y un impuesto ecológico sobre empresas y
usuarios”.
El mensaje final de Rocafort es: “la deslocalización puede ser fuente de
riqueza y de bienestar, dentro de una legislación social internacional,
comunitaria y nacional”.
Isidre Fainé, director general de La Caixa, ha dado respuesta al discurso de
Rocafort, remarcando la tesis del nuevo académico sobre que “no se puede
volver a la era del proteccionismo industrial” y que “son necesarias unas
mínimas reglas de juego, tuteladas desde las altas instancias internacionales;
entre estas normas debe estar evitar el “dumping” y no sólo el comercial, sino
también el ecológico y el social. Si la deslocalización es incontrolada, guiada
por el afán especulativo, no hará sino profundizar la sima que separa a países
ricos de los países pobres”.
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