Según el inventor, la tecnología patentada no es más que
un analizador de lenguaje capaz de operar con términos de la ética y motivación
de personas.
Gracias a esta tecnología, el ordenador obtiene la posibilidad de realizar unas
conclusiones lógicas y hablar con una persona viva de forma más ética posible,
teniendo en cuenta todas las normas de la comunicación humana.
Según la opinión de LaMuth, programas a base de esta “inteligencia artificial”
pueden ser utilizados como bibliotecarios o secretarias virtuales, que sabrán
con exactitud a quien deber desviar la llamada dependiendo de lo que diga la
persona en el otro extremo del cable.