Agencias -Las botas prodigiosas, que pesarán poco más de un kilo y harán posibles zancadas
de hasta cuatro metros y velocidades de 20-35 kilómetros por hora, empezarán a
fabricarse a partir del próximo año y prometen revolucionar el transporte y
abrir nuevos deportes.
La primera demostración pública del calzado del futuro tuvo lugar en Ufá en
julio del 2000, y el informe de una comisión de expertos sentenció que las botas
son "cómodas, fáciles de usar y, evidentemente, muy eficaces".
Según Víctor Gordéyev, director de Eko-Motor, las superbotas disminuyen el
esfuerzo al caminar en casi un 50 por ciento, lo que permitirá recorrer largas
distancias y economizar fuerzas.
Más parecidas a unos zancos sostenidos por resortes, las botas son accionadas
por diminutos motores (30 centímetros de largo) de combustión interna que
funcionan con gasóleo o gasolina y se ponen en marcha cuando la persona que los
calza comienza a caminar.
El principio mecánico es sencillo: la presión de la pierna sobre la plantilla
pone en funcionamiento los motores, que por la expansión del gas generan un
impulso hacia arriba sobre los resortes fijados al calzado.
Tras cinco o diez minutos de aprendizaje cualquiera puede comenzar a dar
zancadas de gigante, según los inventores.
Las botas, hechas de aluminio o titanio, consumirán tan solo 400 gramos de
combustible por 100 kilómetros, afirman los productores.
Tan bajo consumo permitirá multiplicar el recorrido con una simple cantimplora
de combustible para repostar en camino.
Igual que ocurrió con muchos otros inventos, la encarnación de las botas de
Pulgarcito nació envuelta en el más estricto secreto militar.
A mediados de los años 60, las autoridades comunistas dieron luz verde a la
fabricación de las superbotas para que su infantería pudiera superar la marcha
de los tanques enemigos y destruirlos.
El programa avanzó hasta los primeros modelos experimentales, que fueron
ensayados en un polígono militar subterráneo destinado a las pruebas de
novísimos modelos de carros de combate.
Para el más sentido pesar de los generales soviéticos, algunos problemas
técnicos y tecnológicos, relacionados con la producción en serie, hicieron
abandonar el proyecto.
Pero la curiosa idea fue retomada en 1972 en el Instituto de Aviación de Ufá
(IAU), capital de la república rusa de Bashkiria, en el Volga, cuyos profesores
decidieron aprovecharlo para incentivar la creatividad de los alumnos.
La fantasía de los estudiantes desbordó los obstáculos técnicos y en 2000 las
superbotas fueron patentadas por la Comisión de Inventos de Rusia, que refrendó
los derechos de autor de los profesores y estudiantes de la cátedra de motores
de combustión interna del IAU.
Los autores están convencidos del gran futuro de su invento, tanto en como medio
de transporte en las ciudades congestionadas por el tráfico como a campo
traviesa.
Las versiones "todoterreno" prometen ser de especial utilidad en operaciones de
rescate en lugares accidentados, poco accesibles y de condiciones extremas.
Igual que los modelos militares, destinados para tropas de reacción rápida, que
permitirán salvar obstáculos de varios metros de altura o profundidad.
Las botas de Pulgarcito vencen todos estos obstáculos, aunque hasta llegar al
consumidor aún tendrán que salvar varias barreras burocráticas.
Se trata de las pruebas de rendimiento y seguridad que se requieren para un
nuevo "medio de transporte", pero también está pendiente la confirmación de que
el invento cumple las normas exigidas por el ministerio ruso de Industria Ligera
para el calzado de fabricación nacional.
Sin embargo, Víctor Gordéyev es optimista y promete cumplir todas las
formalidades en lo que resta del año.
De ser así, ya en 2004 su empresa de Cheliabinsk, región en los Urales donde
están ubicadas centenares de fábricas militares, producirá 6 mil pares de botas.
Más tarde Eco-Motor promete aumentar la producción hasta 10 mil pares anuales,
pues ya ahora la demanda supera esta cifra: compañías de EE UU, Inglaterra y
Corea del Sur ya han hecho pedidos por un monto superior a los 10 mil pares.
La gran incógnita es el precio de mercado de las superbotas, que en una primera
etapa prometen convertirse en un atractivo deporte de riesgo como el skyboard o
la bicicleta de montaña.
Los autores del invento calcularon en un principio que
las botas podrían rondar los 350 dólares, pero cabe esperar que su fabricación
industrial y el uso del titanio en vez del aluminio en modelos de lujo y
"todoterreno", eleve considerablemente el precio.