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Agencias - Dentro de poco, los coches podrían
distinguirse no sólo por el número de cilindros, el consumo, las prestaciones o
el diseño de la carrocería, si no también por su olor distintivo.
El fabricante de la marca Cadillac, General Motors, ya lo
ha conseguido con un perfume para sus modelos que, al igual que las fragancias
para las personas, tiene un nombre y características propias: Nuance (que
en inglés significa "matiz").
La inclusión de esta loción en el interior de los Cadillacs -que
pronto podría utilizarse también en los Buicks- es un ejemplo más de la atención
que los fabricantes están poniendo incluso en los más nimios detalles para
engatusar a los compradores en un país obsesionado con los coches.
Según dijo James T. Embach, director de una de las
divisiones de General Motors al "New York Times", el "proyecto oloroso"
comenzó varios años atrás, cuando la compañía decidió reunir a varios cientos de
propietarios de Cadillac de todo el país para pedirles su opinión sobre el
diseño interior de seis modelos impregnados en varias fragancias.
Sin saber que se trataba de una prueba olfativa, el grupo de
propietarios se decantó por el modelo perfumado por lo que a partir de entonces
sería Nuance.
Si en el caso de Cadillac es el perfume, en el de Volkswagen,
Ford u otras marcas son otros detalles, como las sofisticadas luces interiores
de diseño.
En otra vuelta de tuerca, algunos fabricantes están separando el
sonido de un motor de altas prestaciones del motor real. Es decir, están
consiguiendo que los motores suenen bien independientemente de que luego
funcionen tan bien como suenan.
Ford, por ejemplo, utilizó ordenadores para diseñar un rugido
distintivo para algunos de sus todoterrenos de última generación.
Los críticos de estas extravagancias reconocen que la estética
de los vehículos siempre ha sido un gancho crucial a la hora de diferenciarse de
la competencia, pero creen que en este caso los fabricantes podrían estar
pasándose de la raya.
Para el periodista especializado Clive Thompson, esta es una
vuelta de tuerca que, no obstante, funciona.
Thompson se pregunta si sería posible añadir lo que califica de
"rugido testosterónico" a los coches de gama baja y concluye que sí ya que,
según señala con sentido del humor, al fin y al cabo cuando se trata de ligar a
las chicas lo único que les llama la atención es la estética.
"Estamos tan empapados en la publicidad sobre los
automóviles", indica Thompson, "que hemos separado el concepto de la
realidad".
Este columnista cree que lo que llama "ideal platónico"
del coche está separado de cualquier cosa que de verdad tenga que ver con
automóviles, esas "cajas de metal que conducimos cada día".
Por eso, señala, se dan las condiciones apropiadas para que
triunfe el "eau de Cadillac": "es la pura esencia de lo industrial, el
olor de una pieza de alta tecnología ensamblada por robots y sin que lo hayan
tocado manos humanas, cuidadosamente perfumada en desinfectante
ultra-cancerígeno", dice Thompson.
Embach no se anda con tantas filosofías: "Si pagas extra por
el cuero, no quieres que tu Cadillac huela a encendedor, quieres que huela como
un bolso de Gucci". O viceversa |
